"Mas los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener; a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer"

sábado, 27 de agosto de 2011

PANFLETO. El Tambor de Tacuari 2da Publicacion.

                                                                                                                 
Cada país tiene el gobierno que se merece. Opinión acerca de las elecciones primarias.

Una vez oí: “Cada país, cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Una oración que expresa un sinnúmero de reflexiones y mensajes. Una frase que es, una máxima a cada pueblo y un castigo a la vez. Un concepto que resume el resultado cíclico de las mediocracias. Es decir, el gobierno de la ausencia de razón.
Hoy  vuelve a resonar nuevamente en mis pensamientos, como queriendo justificar un agravio en lo que a mi concierne sobre el devenir del país.
Muchos dicen que la naturaleza de la sociedad origina y da forma al gobierno. Otros, que el gobierno vigente moldea a la sociedad. Creo en las dos hipótesis. Pero no puedo negar que en la segunda, la influencia -tanto positiva como negativamente- es de mayores efectos y consecuencias.
El 14 del corriente mes se llevaron a acabo las elecciones primarias. La gran encuesta entre tantas apócrifas y falaces que deambulaban por los medios. Este suceso manifestado por la elección de la voluntad popular iba a poner fin a tantas cifras dibujadas a gusto de los protagonistas que aspiraban a las precandidaturas de cargos. Demostraría por ende, la veracidad de las dos teorías imperantes. La primera que sostenía una invencibilidad absoluta del partido oficialista, personalizado por la Presidente de la Nación.  La otra suposición manifestaba cierta vulnerabilidad de aquella propaganda triunfal y mística desplegada por el propio gobierno. Idea sustentada, y de seguro argumentada, con los resultados de las elecciones en la ciudad de Buenos Aires y Santa Fe donde el partido de la Presidente fue abatido logrando escasos porcentajes de voto. Entonces, tras razonar estas importantes elecciones en los más significativos distritos del país, se creía y se empezaba hablar incluso, de un posible ballotage o segunda vuelta.
La verdad es que, ni los oficialistas ni tampoco aquellos que se llaman la oposición creían en los resultados que al fin la encuesta dio. Una paliza arrasadora a favor de Cristina Fernández de Kirchner con un poco más del 50% de los votos, y miserables migajas que se repartían a modo consuelo entre la oposición, donde ni uno llego a alcanzar siquiera el 15% de los votos.
Al día siguiente y hasta la presente fecha los análisis y reflexiones por parte de los diversos analistas políticos y hombres de los medios fue muy variable, pero uniforme en su síntesis final.  Todos hablaron – y hablan- de la continuidad de la actual mandataria en el cargo. Las razones son muy evidentes, y los números expresan más que las palabras…
Poco después de conocerse los resultados, aquellos doblegados personajes de la oposición aparecieron creyendo descaradamente en revertir los evidentes resultados de semejante desastre. Como cierto personaje de la historia que creyó en ganar la guerra mientras el Ejército Rojo devoraba Berlín. Una irracionalidad simétrica ampara a los opositores y su infortunio. Carrió  hiso la excepción al respecto. Tras ser aniquilada en las primarias obteniendo un ínfimo 3%, se auto adjudicó la derrota y bien dijo que “la ciudadanía le había quitado el poder”. ¡Ay del vencido! Decía Plauto. La poca astucia, y ese falso nervio de optimismo, flojo y quebrantable, trajo a la líder de la Coalición Cívica el presente que en este momento tiene que llevar, con serias consecuencias para cualquier emprendimiento político que desee efectuar posteriormente.  
Sin embargo, mientras cierto margen de razón logra sobrevivir, desertando de los efectos apabullantes de una derrota, esa mínima porción que aún subsiste trae al perdedor el siguiente cuestionamiento: ¿Qué hicimos mal?  Y creo poder abordar algunas consideraciones al respecto.
La cruzada emprendida por el Gobierno y todo el séquito de adulones contra el campo por las conocidas retenciones, fue germinando brotes negativos para con la imagen pública de la Presidente y su marido, o lo que ellos llaman “el modelo” – que aún me pregunto en que consiste- Seguidamente, la manifestación se hiso general, llegando casi a una asonada contra la prepotencia exagerada y excesiva del kirchenrismo. Lo cierto es que luego de que el propio vicepresidente de la Nación desempatara con el famoso voto no positivo aquella riña en el Congreso, los brotes fermentaron en una epidemia. Entonces ya se hablaba de inestabilidad, la imagen de Cobos fue puesta a la altura de un héroe o personaje épico de magnas hazañas, comenzaba a resonar en la mediocridad de la sociedad el lema “Cobos Presidente” y muchos personajes del agro que vivían apareciendo en los medios de comunicación adquirieron una popularidad considerable. Cristina fue vapuleada por su arrogancia y su imagen decayó abruptamente. Rápidamente los sectores opositores al Gobierno tejieron inentendibles e hipócritas alianzas con un solo fin: desestabilizar al kirchnerismo. Aquel conglomerado de oportunistas abofeteó una vez más al orgullo de la primer Mandataria. La derrota en las elecciones legislativas del año 2009, donde incluso el caudillo del Modelo, Néstor Kirchner, fue superado por Francisco de Narváez que hacía poco había aparecido en el programa popular de Tinelli bailando y haciendo monigotes.
El trinomio compuesto por Macri, Sola, De Narváez al poco del triunfo legislativo se disolvió, y cobraron nuevamente vigencia las facciones políticas.
Consecuentemente, como una bestia mal herida, el kirchnerismo logró rearmarse y efectuar una contraofensiva. Continuó su política demagógica del “para todos”, dando premios y garantías a los ociosos y vagos; derrochando considerables sumas de dinero público en propaganda oficial, manipulando a antojo y capricho, como los niños de temprana edad, cuestiones relacionadas al Estado; sea el INDEC, la seguridad, la inflación, y tantas cuestiones vitales para el bienestar de la sociedad.
Cuando la oposición despertó de los efectos embriagantes de una ya alejada victoria, el kirchnerismo estaba sólido para entonces. La imagen de la Presidente comenzó a crecer abruptamente – proporcionalmente a su patrimonio- y el futuro de los cargos públicos no estaba muy garantizando para ningún bando, ni personaje. Si se sabía que la suerte, como diría Cayo Julio, estaba echada para el lado del kirchnerismo. Pero la suerte no es certeza, y pende de muchos factores que no se determinan hasta que llegan a manifestarse completamente. La cuestión es que esos factores se dieron a conocer y trajo el enorme caudal de votos para el Frente para la Victoria.
La oposición por lo tanto, ha perdido tontamente muchos sucesos que podrían haber volcado a su favor. El llamado peronismo federal, no prospero. Perdió entonces credibilidad. Una sólida alianza entre los más conocidos políticos – simétricos en ideas y proyectos obviamente-, con consignas serias y un esquema estable podría haber dado batalla al kirchnerismo. Pero, cada personaje estaba ilusionado con gobernar, ser él o ella quien ocupara próximamente el cómodo sillón de Rivadavia. Creyeron que con aparecer seguidamente en diversos medios de comunicación conquistarían el sufragio a su favor. Alfonsín y tantos más no tenían propuestas claras, ni atractivas más que hablar de la triste realidad que es producto de las presentes políticas oficiales. Pero su estratagema se reducía a esto. Hablar con tono conciliador, timorato y dubitativo muchas veces, y al fin la sociedad, perdió interés. “No se ganan las guerras con palabras, si no con valientes y oportunas decisiones” dijo un gran mariscal.
Viendo este breve panorama puedo entender por qué la sociedad no optó por los candidatos que se llaman oposición. Considero también la razón de tantos porcentajes bajos y fragmentados, si siquiera llegar ninguno al 15%. No obstante, aún no hallo una visión clara, ni evidente pese a lo expuesto, de cómo la ciudadanía se manifestó a favor del modelo kirchnerista. ¿A que atribuir la victoria? ¿A los logros de la Presidente? Puedo ponerlos en contradicción en seguida. ¿Qué votaron? ¿La inflación, el terror de la inseguridad que se lleva a decenas de miles por año; al crecimiento de la pobreza y las villas; a los vagos y salteadores que viven de la teta del Gobierno y la impunidad? ¿A Miceli, Shoklender, Jaime, Moyano, D’Elia, Antonini Wilson y sus valijas, Aníbal Fernández, el repugnante Moreno o Tomada, los patéticos adulones de 678, las lacras enrriquecidas de La Campora? ¿Qué modelo vieron que yo no veo, ni creo ver? ¿El de la confrontación? ¿El de ignorar los legítimos problemas sociales? ¿El de seguir vendiendo la tierra publica al extranjero? ¿El crecido aumento de los patrimonios de los funcionarios públicos adictos al gobierno? ¿El de subvencionar a los Barones del Conurbano y sus hordas de mercenarios? No hallo explicación…
Muchos dicen que la muerte de Néstor Kirchner es un vector fundamental para la imagen positiva de Cristina. Puede ser. Pero sigue adoleciendo de sentido en muchos aspectos.
Entonces no me queda más alternativa que decir que se votó no con la evidente visión de la realidad, más bien con el bolsillo.  “El órgano más sensible del hombre” según Perón. Y ante esto es lícito afirmar algo. Es verdad que hubo un fuerte crecimiento económico los últimos años. Sin embargo, cifras tanto internacionales como las pocas consultoras serias a nivel nacional han coincidido en un abrupto receso económico. Originado por inestables medidas políticas a nivel económico, falta de planificación y una preocupante fuga de capitales. El impacto de este declive aún no ha resonado tajantemente en las economías domésticas. Sí en el aumento de precios en combustibles, alimentos y servicios.
Pero ¿a qué se debe esa bonanza económica que indujo al ciudadano a optar por el modelo “nacional y popular” y su consecutiva “profundización”? Se resume en diversos aspectos de demanda internacional que han producido ese viento en popa en el crecimiento económico – y lo digo en único sentido porque puedo añadir ¿A dónde está la disminución de la miseria y el progreso de los menos pudientes? Y claramente, no está. Ni siquiera lo estará- Pues dicho abatimiento también fomento el crecimiento de casi todos los países latinoamericanos. Mayor aún en Brasil, Chile y Perú. Donde su inflación es de apenas un digito. Y he aquí la diferencia entre ellos y nosotros. He aquí la solidez de su desarrollo y la falacia del nuestro. En las clases dirigentes y sus políticas. Aquí estamos sujetos bajo la doctrina del capricho Cristina. Es decir, la improvisación sistemática en los aspectos concernientes a la administración del Estado. Y nada se obtiene por azar, si no por uno mismo. Pero así de todos modos han obtenido poco más del 50%.
Sigo sin hallar evidentes razonamientos que han inducido a este caudal. Sólo puedo responder, y responderme ante tanta indignación y triunfo del oprobio descomponedor de este gobierno, lo que un individuo dijo alguna vez. “Cada país, cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. Es verdad, peor aún, una gran verdad. Por muchos que votan impulsados por el imperio de la necesidad, basados en el goce demagogo de los planes sociales, el clientelismo, el egoísmo que mide únicamente el propio bolsillo y no el bienestar general (educación, trabajo, transporte, seguridad, orden, estabilidad, salud), por el gobierno absolutista de la mediocridad y decadencia.
En el mes de Octubre se efectuará las elecciones definitivas. Cristina Fernández de Kirchner va a ser reelecta en el cargo de Presidente de la Nación. Su abundante sequito de adulones y oportunistas se desparramarán por diversas funciones públicas. El llamado “modelo” se va a “profundizar”…
Tristemente hago mi última reflexión. La historia argentina tras el retorno de la democracia ha sido cíclica. De estar abajo, se pasó arriba, luego al medio, y nuevamente abajo. Y así sucesivamente hasta el presente. Miremos si no el fervor masivo con que inició Alfonsín su gobierno. Luego sucedieron diversas inestabilidades como las revueltas carapintada y mayor aún, la hiperinflación. Vino la crisis y el descontento. Tuvo que renunciar antes de finalizar su mandato. Apareció Carlos Menem. Se lo vio como un gran prometedor. Un hombre que sacaría el país adelante luego de un nuevo desplome, esta vez en temprana democracia. “La revolución productiva” que prometió el riojano fue puro absurdo. Se privatizo la totalidad del país. Obviamente crecieron momentáneamente las arcas nacionales. Se lanzó el llamado “1 a 1”. La sociedad creyó estar mejor, al menos algunos ahora podían viajar a Europa, Norteamérica, o comprar un auto importado. Distinto fue para aquel desdichado que trabajaba en una industria nacional que debió cerrar tras no poder competir con los productos importados de Asia. Tras finalizar el segundo mandato comenzó a tambalear el país. Se vio en la llamada “Alianza” un nuevo amanecer, la aurora de tiempos mejores. La ilusión fue arrancada por el triste y recordado diciembre del año 2001. Continuó la inestabilidad y el empobrecimiento general de los argentinos. Duhalde tomó las riendas de la Republica. Su breve período fue indiferente, y no por ello dejó de atrasarse el país.
Con Kirchner – hay que reconocer- se obtuvo solidez institucional. Creció la economía. Pero los hechos de corrupción, la enorme brecha de desigualdad que se expandían como epidemia, la arrogancia y el descaro, y toda la descomposición mundana de “un nuevo modelo” no llegaron a ser “el país en serio” que divulgaba la propaganda kirchnerista. Con su mujer se pensó que las cosas iban a cambiar para bien. Y el presente habla por sí mismo… los votantes siempre se excusan del fracaso de sus gobiernos.
Sólo anhelo que dicho ciclo trágico caduque aquí. ¡No más! ¡Basta!
Sería propio de un necio vulgar pensar que el Frente para la Victoria no saldrá vencedor en las próximas elecciones. La pasividad estática de la oposición da validez a esto que menciono. Por ende, tiene en sus manos la actual mandataria el próximo futuro del país. Futuro que aún no he visto construir, ni planificar. No hay logros en la improvisación.
Como consuelo desafortunado me queda imaginar, como un veneno embriagador y alucinógeno, que las cosas cambiarán. Y para bien. Sobre todo para aquellos que la sufren en carne propia. No comen, no se educan, no gozan de salud, no tienen vivienda, no se dignifican ni crecen trabajando.
Con la reelección, Cristina Fernández de Kirchner tiene la única oportunidad de refundar la Republica. Esto es, dar solidez, madurez, y seriedad a una democracia atosigada y enfermiza por el cáncer de la corrupción. Negando el deseo de ser elegida por un tercer período – cosa de la que ya se habla- sería un paso importantísimo para esa refundación.
Ojalá así sea, y cumpla con sus funciones. Que son velar y garantizar el bienestar de la República Argentina.

Mar del Plata, 27 de Agosto del año 2011.
La Guardia del Sur.

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