"Mas los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener; a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer"

jueves, 18 de agosto de 2011

EL CAÑON o Principios de la Política


NOTA: El presente ensayo se irá publicando en forma de artículos o partes, de modo que su lectura pudiendo ser basta no aburra ni canse al lector. La parte aquí publicada corresponde a su introducción.
                  "Ya tronó el rugido potente..."

Del asunto del presente escrito.

No pocos fueron los hombres que han tratado de imaginar una sociedad perfecta y que esta engendre ciudadanos ejemplares que la administren, la ordenen y rijan correctamente su porvenir.  O también han pensado e intentado moldear una figura magna de gobernante ejemplar. Justo, fuerte, honrrado, benevolente, digno, dichoso.
Han buscado ecuaciones, sistemas, medios, todo para hallar semejante objetivo. ¿La razón? El fin del hombre. Cual es nada menos que la preservación, y en ello la felicidad.
Pero esta gente que ha dedicado su vida en tan dificultosa búsqueda ha tropezado con un escollo poco visible pese a su magnitud. Como la punta del iceberg, que debajo del espejo de agua esconde una masa de hielo impresionante. Algo similar ha sucedido con estos pensadores. Contemplaron, imaginaron, reflexionaron, escribieron, divulgaron. Pero sus ideas han quedado obsoletas, han sido semillas que no germinaron. Obras grandiosas se han dado a conocer. Sabios libros al respecto han ilustrado a muchas personas, gestando movimientos ideológicos, doctrinas y hasta revoluciones. No obstante, una vez consumado esto,  todo volvió a ser pantanoso y ruin. Entonces había que volver a pensar, contemplar y escribir. ¿Por qué? Pues ya Hobbes expuso que el lobo del hombre es el hombre. He aquí el gran inconveniente y el tropiezo de las ideas.
Aristóteles fue el primero en trazar los principios de la política. Brindando considerables observaciones y conceptos. Le siguieron muchos filósofos antaño a Jesucristo, y luego con la modernidad,  las crisis sociales y los bruscos cambios que sacudieron los viejos regímenes han potenciado el gran abanico de ideas y concepciones de la política. Siempre, al menos así lo creo, fue hallar una solución ante tanta desdicha; a finalizar con sistemas opresivos y empobrecedores, a lograr cierta equidad entre la opulencia y la miseria, el punto medio entre lo posible y lo que debe ser.
En los tiempos presente, pese a que tuvieron que surgir varios movimientos, sediciones, figuras históricas, dictaduras, totalitarismos, democracias, oligarquías; revoluciones, guerras mundiales, organismos internacionales, leyes benefactoras y protectoras, y todo cuanto se pueda observar, la deuda para con el hombre mismo sigue pendiente. Como si el transcurrir de la historia no lo hiciera madurar, si no disfrazarlo de otra cosa conservando aún su bestialidad. Creo más esto último. Es verdad. El hombre es el único individuo con un vasto y complejo poder de comunicación, diferenciándolo del resto de las especies la capacidad de la razón. Sin embargo, es también el único animal por así decirlo, que se auto destruye. Arrasa con su medio ambiente, pasa hambre, necesidades básicas, y depreda sin causa más que el impulso de las emociones. Entonces ¿de qué sirve la comunicación, la capacidad de razonar, la habilidad para construir, hacer arte, expresarse, y hasta amar, si es ésta la especie que más contradicciones tiene en sí? No es el objeto del presente escrito cuestionar ni analizar la benevolencia o malicia natural del hombre. Otros se han abocado a la materia, de seguro con mayor ilustración de lo que yo pueda exponer. Además sería algo vano al respecto, pues luego de refutar, analizar, y creer haber llegado algo, al único puerto del cual que tendré certeza es que no tengo una respuesta, más que un conglomerado amorfo de ideas poco argumentadas.
Creo que el hombre es libre. Influenciador  e influenciable en el contexto social. Que declina más a la malicia que a la justicia. ¿Por qué? Pues, decir: “Construir un edificio” entonces habrá que trazar los planos, contratar personal adecuado, reunir los fondos y materiales, y ya en marcha la obra supervisar cada detalle de la construcción. Distinto es que se diga: “Echar abajo aquel edificio” y aquí no hay cálculo, ni planos, ni arquitectura, ni materiales más que un montón de explosivos o una maquina abocada a esta tarea. Por consiguiente, valiéndonos de este tonto ejemplo, podemos deducir que es más fácil destruir que construir. Esto último es penoso para el hombre, a lo primero quizás le cuesta hasta placer. Si se entiende la perspectiva por la cual miro esta idea, se entenderá que pienso del hombre. Puede que esta sea la piedra con la que tropezaron los pensadores. No tener en cuenta las cosas como deben ser de acuerdo a las condiciones de como son. Siempre envilecidos por aires utópicos e irreales sus escritos e ideas han quedado en eso. En letras e ideas.  Empero, creo que Maquiavelo y algún otro más supieron entender esto.
Por mi parte me decidí a emprender esta aventura.  Brindar un breve ensayo. Conciso, claro, y fugaz, como el disparo de un cañón, sin otro objeto que hacer ruido. Un ruido que me gustaría que se oiga.
En esas partículas de sonido que vuelan por la atmosfera quizás haya algo interesante y que pueda ser útil a la sociedad.

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