"Mas los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener; a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer"

martes, 4 de octubre de 2011

PANFLETO. El Tambor de Tacuari. 3ra publicación


El Terror de la Inseguridad.
Breve exposición sobre la problemática de la seguridad

El Terror de la Inseguridad. Así decidir titular este artículo. La primera palabra quizás, hace retornar los recuerdos del régimen de Robespierre. Un estado social donde las garantías se disolvían tras el filo de la guillotina ejecutada por el capricho del que una vez llamaron "Maximiliane, el Incorruptible". No obstante, lejos de abocarme a la interesante temática que contiene uno de los sucesos más primordiales de la historia, me centraré en un terror, un estado de impune criminalidad que ningún ciudadano ignora ni queda exento. La inseguridad.
Basta con realizar un breve crucero por los informativos radiales o televisivos. Allí se oirá en reiteradas y hasta cansadas veces las palabras "crimen", "homicidio", "motochorros", "narcos", "se dieron a la fuga", "asesinaron", "brutal saqueo", "secuestro", "robos", etc.
Una infinidad de vocablos afluentes que desembocan al mismo río: La inseguridad que hoy azota las garantías ciudadanas.
Hace no muchos años el país vivió una ola de secuestros que llevó a gran parte de la sociedad a movilizarse en repudio ante semejante atrocidad. Se llenaron plazas, calles. Marchas cada vez más abultadas. La sociedad parecía despertar. Apareció un supuesto ingeniero Blumberg que había sido víctima de tanta criminalidad. Perdió a su hijo. La gente se solidarizó y creyó en él. No mucho tiempo después, todo ese personaje que fabuló el pretendido ingeniero fue una farsa - no el homicidio de su hijo-. La sociedad desilusionada volvió a su siesta. Y Blumberg no aparece por los medios hasta el día de hoy.
Un mes atrás esa siesta parecía terminar. El triste final de la pequeña Candela era ese despertar. Pero, a medida que fueron sucediéndose las informaciones mediáticas y la realidad del tema - un supuesto ajusto de cuentas para con la familia- el sueño volvió a ganar.
Quien camine las calles no puede dejar de apreciar los incontables afiches que lamentablemente lucen las paredes, muros y hasta postes de luz. "Justicia para Ariel", "Justicia para Franco", "Justicia por Dardo"... Un sinnúmero de folletos que ya no deberían circular. ¿La razón? Porque los delincuentes deberían estar pagando aquel salvajismo de dejar una persona sin vida. Un proyecto frustrado. Y una familia consumida por el dolor. Dolor que se inflama por la inoperancia de la Justicia que da más garantías a los malvivientes que a los ciudadanos que no atentan contra la ley, ni sus semejantes.
Las leyes son manchas de tinta sobre un papel. No significa nada para quien las viola. Ni para el funcionario corrupto, ni para el ciudadano infractor, ni para un criminal. Son palabras. Y las palabras como bien dijo alguien se las lleva el viento. Un viento que es soplado por la impunidad y el descaro de dejar libres a quienes deberían estar pagando las consecuencias de sus actos.
Hay que poner un fin a esto. Los delincuentes se mueven con absoluta libertad. Esclavizan con su brutalidad a la sociedad presa del pánico. El terror.
Ya nada es seguro. Todo es peligroso. El miedo va tomando asiento en los ciudadanos. Se levantan rejas en las casas. Perros de porte considerable. Alarmas. Seguridad privada para los más pudientes. Y sin embargo, el malviviente logra burlar eso, escupiendo a la ley, y se lleva consigo el botín, y con ello una vida o más.
Si el Estado no otorga garantías ¿qué hacer al respecto?
Aún no entiendo de como la voluntad política tiene la fuerza para esquivar las leyes, engañar a la sociedad y hasta conservarse en el poder, y es incompetente para enfrentar el común reclamo social de la seguridad.
No debe ser algo muy complejo. Basta tener la capacidad y el vigor para actuar.
La comedia y el absurdo de los pretendidos Derechos Humanos debe aplicarse. ¡Basta de discursos! Esos derechos deben ser para los vivos. Nosotros. ¿Acaso el hombre no se organizó en sociedad para regir un orden y hacer perdurar su conservación? El mayor derecho por excelencia es el derecho a la vida. Asegurando los medios para fecundarla cómodamente. Y la seguridad social es un deber y una obligación. Negar y descuidar esto, es un atropello. Un crimen.
Tengo bronca. Demasiada. El nervio quiere trazar su impulso sobre el papel. Lo dejaré. No ocultaré nada. Mi tono va a ser fuerte, lo reconozco. No ocultaré nada al respecto. Diré las cosas con la mayor crudeza y realismo que creo conveniente. Nadie debe escandalizarse por esto. Es así, y lo creo así. De seguro no faltarán los filántropos, los tontos, o los mediocres que me tilden de fascista, represor, criminal o salvaje. Dejaré que aquellos insulsos se expresen, como yo lo haré a mi criterio.
Comenzaré con la breve exposición.
I – Concepción de la inseguridad. Origen y desarrollo.
¿Qué es la inseguridad? Comúnmente la asociamos o la relacionamos a la delincuencia, a los seguidos robos u homicidios que suceden a diario, y a la pasividad de la Justicia para castigar a los culpables. Es todo un ciclo de conceptos afluentes que desembocan al mismo río: la impunidad. Pero hay algo más.
Propiamente dicho la inseguridad es un estado de incertidumbre y de miedo ante diversos sucesos o realidades vigentes. Donde prevalece ese ánimo nervioso de ver peligrar la conservación de la vida o la integridad personal. Donde las garantías se quiebran o disuelven generando una situación inestable y desordenada.
Traído al ámbito social, lo traduciríamos al libre accionar de los delincuentes bajo la estática operatividad de las fuerzas de seguridad y las leyes, que deben garantizar y velar por el orden de la comunidad.
El estado de inseguridad se va acrecentando proporcionalmente al ímpetu o desarrollo de los actores de la inseguridad. Es decir, el malviviente. Cualquiera sea el rubro en que opere o delinca. (Hurto, robos comunes, asesinatos, secuestros, narcotráfico, etc.)
La inseguridad es ya una enfermedad. Realidad muy distinta a la que expresó un alto funcionario del actual gobierno cuando dijo que se está ante una "sensación de inseguridad" y no un estado respectivamente. Tanta torpeza y estupidez no merece ser contestada.
Continuo. Si se comprende a la inseguridad como un cáncer en acelerado estado de evolución, claramente hay que identificar el tumor que la origina. Aquella célula descompuesta que va pudriendo en resto del tejido social. Y sin grandes reflexiones se puede deducir sencillamente que la inseguridad es producto directo de la pobreza. Pues de ella vienen todos los males que se manifiestan en la sociedad, o al menos los mayores.
La pobreza entendida como la insuficiencia de medios para subsistir crea y da origen a la delincuencia. Y ella al estado de inseguridad. Consecuentemente, casi de forma paralela la inoperancia del Estado en su función de garantizar el orden, hacer justicia mediante las leyes y castigar el delito para mantener la armonía en la sociedad, son medios fértiles para hacer más fecundo los efectos de la delincuencia.
Entendida la realidad de esta patología social, el motor que la origina y el abono que la desarrolla, puede advertirse la teoría práctica de cómo enfrentar este agudo mal. Digo teoría en un sentido simple y superficial – se puede decir- porque el combate contra el delito debe ser la elaboración de un serio proyecto conjunto entre las fuerzas de seguridad, las autoridades políticas y la justicia. Cada parte tiene su función. Y cada parte debe cumplirla acabadamente si se quiere llegar a formar el todo. Este todo tiene como fin devolver al ciudadano la garantía de vivir, de regresar a sus casas sin ser acometidos por aquellos vándalos que hoy disfrutan irónicamente de mayores derechos y goces que el individuo justo que no es un criminal.
II- Continuación del mismo tema.
La principal bacteria que gesta esta enfermedad es la delincuencia. Y se entiende por delincuencia la actividad que se ejecuta contra las leyes, el orden público y el orden moral. Dicha actividad es llevada a cabo por un grupo de individuos derivados de la enfermedad madre (la pobreza) que ven en este rubro la manera sencilla y rápida de obtener lo que el trabajo le da a largo plazo. Si a ello agregamos que el malviviente no es perseguido ni castigado, la delincuencia se fomenta y se expande generando el caos y la impunidad que hoy vivimos.
El criminal se forma en un entorno de pobreza. Donde la insuficiencia de medios para subsistir, las privaciones y hasta la discriminación por parte de otros sectores sociales más pudientes van moldeando un modo común de pensar, obrar, expresarse, sentir, etc. Una especie de subcultura con que se lo identifica, se auto representa y hasta se lo diferencia. (Vestimenta, música, expresiones verbales y motrices)
Ese ambiente de miseria y carencias se centraliza en las villas y barrios marginales. He ahí el hormiguero. El bastión del delito. El semillero o la escuela de los malvivientes. Allí reside el baluarte de los narcos, los saqueadores y homicidas.
La delincuencia tiene un objeto. La apropiación violenta de elementos de valor para su comercialización. Sin embargo hay diversos tipos de delincuencia como los medios que las llevan a acabo. Dista mucho un robo sencillo o hurto, de uno a mano armada. De asaltos a bancos que de piratería del asfalto. De saqueos a comercios y viviendas que el narcotráfico. Todos, pese a la desemejanza de unos con otros, todas son contra las leyes y contra la integridad del ciudadano. Todos merecen condena y castigo. Pero no a todos se lo puede juzgar igual ni combatir de la misma forma. Hay que proceder de acuerdo a las características propias del rubro.
III - La realidad de la droga.
No voy a andar con vueltas en este punto. Creo que las reflexiones al respecto son obvias, evidentes y claras. La droga saca lo peor del hombre. Lo vuelve esclavo del vicio, lo manipula, lo ata, lo marchita de apoco, arrastrándolo por los más sucios y oscuros caminos.
Lo hace semejante a un animal. Impulsivo, feroz y despiadado.
La droga es el abono que fomenta la brutalidad del delincuente. Y hasta veces, el motor que lo mueve a delinquir. Muchos se vuelcan al crimen con un solo fin. Drogarse. Mantener en constancia el subyugador efecto del veneno.
Por los efectos de cualquier estupefaciente de nocivas propiedades se ven lo horrores que los diversos informativos publican. Homicidios, violaciones; golpizas a ancianos, embarazadas y niños. Secuestros, tortura, y destrozos. Cualquier tipo de atropellos desmedidos sin ningún tipo de contemplación a quien es víctima de tanta malicia. Sin importar edad, sexo o condición particular como enfermos o embarazadas.
La droga se halla instalada en la sociedad. Cada vez los jóvenes en más temprana edad - y de cualquier condición social- se vuelcan a ella. Son seducidos por tendencias y los efectos alucinógenos de estos químicos mortales.
La droga hace que muchos pierdan la noción de si mismos. Se sienten vacíos. Ven todos sus proyectos frustrados. Todo se vuelve en su contra. Una avalancha de depresión que los aplasta hasta consumirlos.
Entonces cobra vigor el impulso, la violencia, el vicio. Se producen grietas, luego abismos, que terminan rompiendo la armonía familiar o la poca que pudo haber. Por la droga se dejan los estudios, las ilusiones, las esperanzas. Se borra la persona y surge un espectro descompuesto. Que deambula sin rumbo ni noción de nada.
La droga es ya el mal de la sociedad. El cáncer de la cultura. La moda o tendencia que avasalla a adolecentes, jóvenes y hasta adultos. No distingue rango social, profesión ni nada. Como tampoco hace diferencias la muerte. Que es nada menos el único sendero que lleva esta desgracia. No sin antes pasar por un calvario de sufrimiento, agobio y desencuentro.
La droga hay que combatirla. Ella es, como bien dije, el combustible para que un malviviente tome brutalidad es sus delitos. Es la economía de muchos sabandijas. La razón o causa del narcotráfico.
Hay que tomar certeras y efusivas decisiones para fumigar este mal. Antes que siga arruinando a jóvenes y adultos. Antes que logre instalarse de tal manera que sea imposible su erradicación. Los ejemplos de México, Colombia y hasta Brasil dan exponentes ejemplos que como podríamos terminar. Quizás peor. Un negocio que se vuelve poder, y un poder que toma parte en los gobiernos.
Sin embargo, creo oportuno primariamente exponer algunos puntos para luego abordar nuestro tema.


NOTA: Aquí finaliza la primera publicación del presente escrito. En breve será publicado la segunda parte. La Guardia del Sur.
Mar del Plata, 29 de Septiembre del año 2011.

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