“La Historia la escriben los
vencedores, y el relato los cobardes”.
Sin duda alguna la Historia es lo
más preciado del hombre. Es su pasado mismo, su caminar, su progresar. La
Historia es escrita por él, no con una pluma, si no con sucesos,
acontecimientos, y una infinidad múltiple de hechos que van originando su
desarrollo.
Es un cajón de reliquia donde se
atesoran emociones, heroísmo, magnanimidades y también atrocidades y abominaciones.
Así es el hombre. Y el hombre es historia y presente.
Alguien expuso una vez: Dicen que la Historia se repite, pero sus
lecciones nunca se aprenden. Y es verdad. Hay un sinnúmero de ejemplos por
citar para corroborar esto. Héroes, tiranos, guerras, y actos grandiosos
sucederán y van a seguir sucediendo porque el hombre es un ser en contradicción
constante. Así es que tristemente, la historia se repite sin haber aprendido
sus enseñanzas.
No obstante voy a ser breve. No
voy a tratar aquí la esencia filosófica de la historia, otros se han ocupado
del tema y diría que han escrito cosas más interesantes de las que yo pueda aportar.
Pero deseo ocuparme de una cuestión que yo llamo la devaluación de la historia.
Es decir desvalorizar la historia y acomodarla groseramente a los propios
intereses que uno persigue, sea por fines ideológicos o mercantilistas. Cuando
la historia es manoseada se acomete un grave atropello con la humanidad misma,
porque se lega al porvenir una mentira putrefacta que va a desarrollarse con
las nuevas generaciones.
Sin embargo ¿es acaso cierto que
el hombre escucha aquello que le gusta y aborrece aquello que le disgusta? Bajo
este criterio ¿existe propiamente la objetividad en la contemplación de la
historia? ¿Es realmente una fantasía la verdad histórica y es una realidad la
distorsión de la historia sea por negligencia tras perseguir propias
convicciones o por mundanos fines partidarios o particulares?
Hay mucho de cierto en esto, e
implica un enorme esfuerzo a aquel amante de la historia mirar las dos caras de
la moneda. Sin duda alguna, inexorablemente se tomará preferencia por tal o
cual tendencia, personaje o postura histórico ideológica. Pero como escribió un
buen poeta “la verdad es lo que es, y
sigue siendo verdad aunque se piense al revés”
Aquel sujeto que examina
cuidadosamente la historia, estudiando y leyendo tantas cosas que aparezcan
para abordar una recta conclusión o apreciación histórica, es sin duda un individuo
que rompió aquellas cadenas del egoísmo ideológico que se guarda cuando uno
toma partido –en mayor o menos medida- por alguna tendencia o idea.
Así en la historia aparecen los
revisionistas, los oficialistas y algo nuevo que surgió hace poco. Los re
revisionistas.
Quiero ocuparme a continuación de
algo que no deja de asombrarme cuando no indignarme dolorosamente. Y es como ya
dije, el manoseo degenerado de la historia.
Todo gobierno que aspira a
perpetuarse en el poder tanto sea por imposición de las armas, por adulación de
las masas o por violación y reforma de la Constitución y las leyes, claramente
da evidencias para tan dinástico fin, un ansia de manipular la historia y sus
valores, a modo de construir un nuevo orden o restructuración del pensar
nacional.
Goebbels, el ministro de las
propagandas de la Alemania nazi, es el mayor ejemplo que uno pueda citar. Su
dominación fue tan descabellante y absoluta que arrastró a los alemanes a la
ciega convicción de que iban a ganar la guerra aún cuando los soviéticos
avanzaban sobre la humeante Berlín. Fomentó un germen en el pensar de su pueblo
que han sido escasos, muy poco lo que no han aplaudido y bramado el tan
conocido ¡Heil Hitler! El resultado ya todos lo conocemos…
Cristina Kirchner presentando el billete de Eva Perón. |
Perón, a quien gustaba ser adulado
y aplaudido, obligaba colgar cuadros con su figura en cada despacho, y en las escuelas se enseñaba a los
niños a dar sus primeros pasos en la escritura con oraciones como Eva y Juan me miman o Perón es un trabajador antes que las
sencillas y sanas palabras “mamá y papá”.
Para el dolor de los nacionalistas y peronistas, su caudillo fue tan
intolerante, poco demócrata y bonapartista –entendido como un autopropulsor y
propagador de su figura- como lo que vino después. El golpe del ’55 y la
proscripción del justicialismo.
El presente gobierno que gusta
auto denominarse “nacional y popular” malgastando el erario publico en pan y
circo antes que en los verdaderos resortes del progreso social como lo son la
educación y el trabajo digno, constantemente a través de sus mecanismos de
propaganda como instituciones estatales intenta imprimir en la conciencia
social un relato histórico que exalte sus propios esfuerzos por la felicidad del
país. Dividiendo a la sociedad entre buenos y malos. Gorilas y progresistas.
Compañeros kirchneristas o aliados de las corporaciones golpistas y criminales.
Así es que han instalado un
relato histórico de todo lo que ellos significan. Entonces la inseguridad no
existe, si no que hay “una sensación de
seguridad” como expresó más de un ministro kirchnerista. La inflación es
algo despreciable en comparación con el crecimiento del país, cuando la góndola
de los almacenes y mercados indican otra realidad.
El empobrecimiento del país
responde al abuso de los oligarcas y corporativistas y no a las deplorables
políticas sociales que aniquilan la cultura del trabajo con todo lo que ello
significa.
La mentira desatada del proyecto
kirchnerista no solo arremete con las situaciones críticas del presente. Su expansión
va mucho más allá pasando por los setenta, hasta golpear la imagen de Roca calificándolo
como un genocida y buscando desplazar su imagen de los billetes por los de Eva
Perón.
En lo que respecta a los setenta
es común hoy ver y comprar una cara de la moneda. No estarán aquellos pobres ignorantes
que me tilden de represor o pro dictadura por tocar lo que significa una verdad
absoluta indiscutible por los ebrios del relato.
Entonces aquellos movimientos
subversivos apátridas, que anhelaban una Patria con otros valores y hasta otra
bandera que no era la de Belgrano, surgidos durante gobiernos constitucionales,
y no dictatoriales, pasan a ser jóvenes idealistas y sus bombas contra
militares y cuanto radio los rodeara son actos de heroísmo y magnamidad. Los criminales
son solo los militares que jugaron una guerra sucia propia de una contienda no
convencional, como la misma guerrilla que la alentó con sus aparatos combativos.
Creo que el intento del
copamiento de la Tablada por extractos de la guerrilla en pleno gobierno democrático
de Alfonsín desenmascara claramente el idealismo de aquellos “buenos muchachos”
Sintetizando, los años setenta
con todo lo que ello representa es un suceso histórico muy sensible y delicado
que merece ser tratado con sumo estudio.
Lejos claro, de pasiones ideológicas y banales. Pero siempre se cae en
el gravísimo error de tomar partido y santificar una parte de aquellos años
violentos y difíciles que tanto daño causaron al país.
Hoy los derrotados son los
militares, que deben pagar el caro precio de los errores de sus antecesores. La
sabia máxima de ni vencedores ni vencidos, no tiene lugar en esto. Y la
consigna “¡el que no salta es militar!” es muy fácil decirla y cantarla en los
tiempos de hoy…
Roca tampoco es ajeno a las
embestidas revisionistas largadas por el Gobierno desde su Instituto de Revisionismo
Histórico.
Julio A. Roca |
Para aquellos que conocemos la
vida de Roca, sin duda es un personaje polémico. Sin embargo sus logros no son
tenidos en cuenta. Hoy pasa a las generaciones presentes como un genocida que
mataba indios sin piedad, cuando los indios buscaban formar sus Estados aparte,
del que hoy llamaríamos nacional, y hasta vestían uniforme de guerra europeo.
Saqueaban poblaciones, tomaban prisioneros, y destruían cuanto perteneciera al
hombre blanco. Tampoco eran originarios como se dice, muchos de ellos migraron
desde Chile masacrando a los nativos autóctonos para instalarse ellos mismos.
Si Roca no hubiese echo su campaña al desierto, donde no se van a negar los
desmanes propios de cada guerra, la Patagonia seguramente sería chilena puesto
que el país tras andino apreciaba con mayor interés aquella región que otros
presidentes argentinos, como la famosa frase de Sarmiento de que aquel desierto
no vale ni un barril de pólvora para su defensa.
¡Pero que importa que Roca haya
organizado al Estado, separando el poder Estatal del clero, sancionando leyes
propias de un orden institucional y haya realmente llevando al país hacia un
progreso considerable! El siempre será en la historia argentina un criminal
abominable que masacraba pobres indiecitos e indefensos…
La historia no es buena ni mala.
Es. Y querer tergiversarla e idealizarla con sus respectivos personajes es en
el error más común de aquellos que siguen relatos como lo que dicen ser
historiadores.
La historia es algo sagrado para
cada país. Es lo que hace la identidad y auto conocimiento del mismo pueblo.
Resulta difícil su apreciación si
cada Gobierno que sucede busca acomodarla a su capricho y rescribirla a su
celoso antojo. Aquí cobra valor la máxima de que la historia la escriben los
vencedores…pero más apenante son aquellos cobardes que trazan un relato lleno
de mentiras para justificar sus saqueos y fiestas en las orgías del poder.
muy consiente tu relato, y es verdad que nunca se aprenden las lecciones de la historia. yo por mi parte intento ver lo que tantos siglos de humanidad nos dejaron e intento reflexionar acerca de esos echos y llegue a la conclusión de que los humanos somos primitivos y por ello nos dejamos llevar por las emociones y los caprichos a mi me pasa y cuando lo reconozco sigo diciendo o haciendo lo mismo, es un deseo difícil de controlar.
ResponderEliminarcon respecto a la política, cada jefe de estado hace lo que le parece y lo que quiere, sea para bien o para mal, cada uno visualiza a donde quiere ir o adonde quiere llevar un país. Nuestro país se organizo teniendo como modelo la antigua Grecia, yo digo que los tiempos cambian y es hora de cambiar para mejorar y si nos equivocamos que importa eso, en fin la decisión tomada demostraría que no sirve y entonces se elegiría la contraria que parece mas prometedora. Lo que digo es que lo bueno nos lleva a crecer y la equivocación nos da experiencia y mas sabiduría.
Algo que me llamo la atención es lo que dijiste de Roca y hay algo que no se puede negar, sus hechos tanto buenos como malos, pero los que invadieron fueron los conquistadores que llegaron con mentalidad de ladrones y los nativos aunque hubiesen migrado creo que los intrusos eran los españoles y los nativos también tenían sus motivos para atacarlos y hay que tener encenta la tecnología de cada bando