"Mas los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener; a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer"

lunes, 20 de febrero de 2012

Tras un telón de neblinas...


Malvinas es para mí una palabra cálidamente acentuada en el romanticismo de mis sentimientos. Ella alberga la mezcla de sensaciones entre pasión, memoria, coraje, sensibilidad y patriotismo. Como así también dolor, tristeza y añoro.
Es por excelencia, aquella meta iluso o utópica que deseo alcanzar cumplida antes de mi deceso. Que mi Insignia a quien tanto venero se confunda flameando en el cielo austral y entonces, poder entonar con fervor ¡sean eternos los laureles que supimos conseguir!
Sin ir tan lejos, y algo más posible quizás, ansío un viaje hacia el cementerio de Darwin donde yacen bajo la turba helada los soldados de mi país. Y ahí si rendir mi homenaje a cada uno de ellos con el canto del Himno y una oración.
Pero dejando mis confesiones sobre ese tema sensible y delicado a mis sentimientos, me vuelco nuevamente al papel para trazar mi opinión sobre este repentino despertar de la causa Malvinas. Un despertar que llama la atención, no solo por la raíz de su cuestión si no por el contexto en el que surge. Veamos.
Recuerdo perfectamente que hace no más de seis meses atrás la palabra “Malvinas” apenas era citada en alguna lejana página de los diarios los 2 de abril. A una brevísima descripción de los actos conmemorativos se adjuntaba la pequeña imagen de ex combatientes reclamando o funcionarios con sus hipócritas  discursos. La cosa quedaba ahí.
Por la televisión tampoco se hablaba. Exceptuando el momento en que se exhibió la película Iluminados por el fuego, que marca un claro mensaje derrotista, no solo en el aspecto militar ya que negarlo sería propio de necios y locos, si en lo que concierne a la memoria de la historia argentina. Allí se plasmaba al pobre soldado hambriento y maltratado que se escondía entre las rocas mientras el combate se desencadenaba. Nadie pone en duda los abusos que se cometieron. Muchos de ellos movidos por el cobarde motor de la irresolución e incompetencia de los altos mandos. Por esto la guerra se perdió.
El subteniente Silva. Ya sin munición carga a la bayoneta...
No obstante ¿alguien escuchó hablar de como muere el Subteniente Silva? ¿O la hazaña de Gómez Centurión que en la noche bajo el fuego de los cañones fue a buscar a un compañero que la batalla lo había dejado al borde de la muerte y en el repliegue le prometió volver? ¿O la muerte de Estévez que su ultima orden fue “¡Soldado póngase el casco!” cuando un proyectil le impacta en pómulo derecho? ¿O de Tumbledown y el BIM 5? ¿O del bravo capitán Robacio? ¿O el joven soldado Portonelli que se queda solo voluntariamente protegiendo con una ametralladora la retirada de sus compañeros y jefes? Nuestros aviadores que se ganaron la admiración de todos, menos de los argentinos que apenas algún que otro sabe de que se trató su gallardía.
Retomando. Poco se hablaba del tema. ¿Para que seguir si ya se perdió? Se pensaba. Hasta que ahora, como una excitación de patriotismo se inician los debates y la sola palabra “Malvinas” viajan a la velocidad de los electrones por los diversos medios comunicativos.
Lo que a mi opinión llama la atención es aquel llamado del Gobierno por la causa Malvinas. Hace unos días convocó a hasta sus propios enemigos políticos incluyendo personajes de la oposición y el ex aliado Hugo Moyano a quien claramente hoy se intenta aniquilar. ¿Se trataba de aquella célebre frase de unidad que dijo Urquiza luego de Caseros, “ni vencedores, ni vencidos”? ¿Se buscaba de una vez por todas diluir las discordias y hacer cumplir aquel lema de Mayo de “Unión y Libertad”? No. Al menos para mí.
La señora Presidente viene insistiendo con inteligencia en dialogar por sendas diplomáticas la problemática sobre la posesión de las Islas Malvinas. Sus anuncios de impedir el arribo de buques de bandera de las mal llamadas Falkland y la búsqueda de apoyo por parte de la mayoría de los países latinoamericanos incluyendo, sorpresivamente, a los Estado Unidos.
Los resultados en cuanto a objetivos diplomáticos son poco más que buenos. Los países hermanos se han pronunciado contra la militarización del Atlántico Sur y unánimemente insisten en negociar las problemáticas al respecto.  
Ahora ¿Se trata esto de un interés patriótico del Gobierno? Para aquellos fanáticos sesgados y pusilánimes seguramente si. Pero si analizamos un poco el contexto en el que surge esto, sin duda hay, como dice la jerga criolla, “gato encerrado”. Es decir, algo sospechoso o de poca credibilidad.
Hace ocho años y unos meses que el Modelo Nacional y Popular –como gusta autodenominarse- está en el poder. ¿Ahora justo ahora se acuerdan de Malvinas?
Esta aventura, pues así la califico, ya que de patriotismo este gobierno ni tiene nada puesto que de lo contrario no descuidaría a sus compatriotas. “No se tiene patriotismo si no se cuida al compatriota” reza el noble Martín Fierro.
Cristina F. de Kirchner en pleno acto.
Un gobierno que miente descaradamente como si la sociedad tuviere retardos y autismos, que no combate la pobreza si no que engorda a los menos pudientes con planes sociales para manejarlos a capricho y antojo, que niega la problemática de la inseguridad y retira policías de diversos establecimientos públicos como los Hospitales, que manipulan la Educación, la cultura y los medios parecido a la doctrina Goebbels, que se empeña a sangre y fuego en acumular poder y aplastar a todo a cuanto se interponga, que desparrama el erario público en coimas, sobornos y negocios, que sus mandatarios aumentaron abruptamente sus patrimonios mientras estuvieron y están en sus funciones. Un gobierno que improvisa y no planifica, que es desprolijo, demagogo, ambicioso y que ahora, justo ahora, que se están quedando sin recursos por malgastarlos en pan y circo, que el contexto internacional en lo económico ya no es tan favorable como hace dos años atrás, que enemigos de peso como Moyano se empiezan a sublevar, y que finalmente, este es el ultimo mandato que la Constitución permite para el Gobierno, no sin antes embestir contra ella y reformarla para hacerla cetro y trono de desesperados déspotas.
Si se mira esto que cité resumidamente, se comprende claramente la pregunta si el resurgimiento brusco de la cuestión Malvinas se trata de un noble acto de Patria. ¡No!
De una manera geométricamente simétrica, el primer ministro británico David Cameron, a quien una tormenta de crisis económicas y sociales pone en serios riesgos la aceptación de su gobierno, se aferra de la cuestión del Atlántico Sur con el propósito claro de tapar o distraer los conflictos que alteran la comodidad de su gobierno.
Al igual que Galtieri y Tatcher en 1982, hoy tristemente vuelva a manosearse criminalmente la causa delicada de la soberanía de los archipiélagos australes bajo grotescos fines políticos.
Claro, y afortunadamente, no hay exposición –al menos desde la Argentina- de un certero conflicto armado. Más allá del arribo del Principito y poderosos buques de guerra de la Marina más prestigiosa del mundo, la cosa por ahora, no pasa a mayores.
El día 8 de Febrero del presente año el ministro de Defensa nacional expuso ante los medios:
“Quieren desestabilizarnos y ver si caemos en la tentación de llevar este conflicto al terreno de las armas. Tenga la seguridad de que no vamos a hacerlo”
“Los toleramos en Malvinas. Pero si llega a venir a territorio argentino cualquier fuerza armada inglesa, vamos a ejercer nuestro legítimo derecho de defensa, y tenemos capacidades y con qué hacerlo”.

Estas declaraciones dan una clara evidencia de contradicciones bobas y falta de inteligencia. ¿Cómo? ¿En las islas si y en el continente no? ¿No es acaso el archipiélago parte integra de la Argentina no solo en el sentido espiritual si no también – y con mayores fundamentos- desde la perspectiva geográfica? ¿No es una extensión del continente que emerge en el Atlántico en manchones de tierra barrida por el mar, la sal y el viento incesante?
El amontonamiento de maquinaria bélica en el archipiélago no debe ser una cuestión de tibia tolerancia. Exige una inmediata solución. Aunque es propio decir que la Presidente anunció cargos contra el Reino Unido en el Comité de Seguridad de la ONU. Vamos a ver en que termina esto.
El gobierno desde que asumió en el 2003, se mantuvo en una pujante campaña en contra de las Fuerzas Armadas. Castigadas por ser el linaje de funestos dictadores, y que generaciones ajenas a aquellos crímenes, deben pagar sin razón más que evidencias clara de odio y absurdas ideologías, la cuota de vestir el uniforme de armas.
Si las Fuerzas Armadas hoy existen no es por mérito del gobierno, si no porque el alambre y algo de ingenio hacen algún milagro. La ex ministra de Defensa Nilda Garré había confesado que no había munición ni para dos horas de combate…Por ende, que don Purriccelli se planteé nuevamente las supuestas capacidades de las Fuerzas que tiene a su cargo. Las invasiones ingleses quedaron hace dos siglos, y Liniers fue uno solo.
Inexorablemente hay dos formas de recuperar las islas Malvinas. O la guerra o la paz. No es propio describir la razón de porque una contienda bélica no es el medio adecuado para el fin propuesto. Basta convocar una pequeña porción de racionalidad y humanidad para que reflexione al respecto.
La paz es el más sano, justo y barato medio que debe emplearse. Si se desea una diplomacia eficiente en los logros propuestos es menester que el país a quien se representa tenga autoridad necesaria para afrontar la difícil problemática de negociar un enclave colonial en posesión de una potencia que no da señales de ceder, ni querer hacerlo. Dicha empresa exige de la seriedad, estrategia y astucia por parte del país denunciante. Y sus logros no se visualizarán en el corto plazo que duran los gobiernos de turno. Su planificación debe entenderse como causa nacional y esto se interpreta en la continuidad enérgica y coherente de medidas y acciones ajenas al signo político y duración de cada modelo de gobierno.
China no logró anexionar Hong Kong porque el Reino Unido en aquel momento haya estado con ánimos de negociación. Para fines del siglo XX, el gigante asiático era una de las economías más serias y fuertes del mundo. Además de su abarrotado arsenal bélico.
Si la Argentina está incapacitada para solucionar los inconvenientes internos ¿con que autoridad hallará respuestas a sus reclamos en el ámbito internacional? Es así que la sagrada causa de la soberanía de las Islas Malvinas, exige indudablemente, un país serio. Y ello se alcanza con un Gobierno interesado en el bienestar social e institucional. Que lejos de preocuparse por conservarse en el poder, se ocupe de las necesidades demandantes de las problemáticas sociales. De lo contrario estaremos ante un absurdo y no hallaremos más que frustrantes postergaciones en la cuestión de los archipiélagos australes.
Miro con mucha desconfianza los intereses del Gobierno en materia de Malvinas. A mi entender, se trata de una aventura menos costosa, en vidas y dinero, que la de 1982. Una cortina de humo para tapar los errores e intereses de un modelo contradictorio.
 El manoseo oportunista sobre temas sagrados, más aún cuando la sangre mezclada en la turba malvinense sigue fresca y sus actores vivos y muertos exigen el justo reconocimiento por parte de la Nación entera , es un crimen y un atropello sin otro fin que ambiciones personales relacionadas al poder.
Muchos al terminar de leer esto me tilden de pro británico. ¡Qué risa!
Por mi parte no sería un argentino si me callara algo que siento el deber de expresar. Que los bobos digan lo suyo. El tiempo ya dirá quien tendrá razón. Las premisas que me llevan a descreer del Gobierno están más que fundamentadas. No vi en el salón de los Patriotas Americanos de la Casa Rosada un solo retrato de algún héroe de la guerra del Atlántico Sur. Ni a Giachino, ni a Estévez, ni Portronelli, ni Carballo, ni siquiera una imagen del anónimo soldado que se aferraba a su fusil para hacer retroceder al fiero invasor. En aquel acto demagogo que pretendía ser memorable ocuparon más asiento los adulones de la agrupación oficialista de “La Cámpora” que los mismos excombatientes de Malvinas que debieron permanecer en las afueras de la Casa de Gobierno.
Ojalá me equivoque. Ojalá. Aunque sostengo fuertemente mi desconfianza para con las políticas de la señora Presidente. No hace falta una agudeza racional para entender semejante teatro que con su telón y figuritas pretende entretener a los espectadores, mientras se tapa las enormes fisuras que comienzan a quebrar la falsa solidez de un improvisado modelo de gobierno. Hay que ser muy ignorante para aplaudir y vivar una aventura que no deja de ser un crimen contra la sensibilidad y solemnidad que corresponde a la causa Malvinas.
Vuelvo a insistir. Uno de mis mayores anhelos es que mi Bandera sea izada todas las mañanas heladas en la soledad de las islas australes. Si estaré o no vivo para ello, es cosa menor. Lo importante en que se cumpla. Nada más. 

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la Guardia del Sur, 09 de Febrero del 2012. PANFLETO "El tambor de Tacuarí" 6ta publicación. 

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