"Mas los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener; a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer"

viernes, 27 de enero de 2012

De la Democracia


Democracia. El gobierno del pueblo. Eso es precisamente el significado de dicha palabra.
Suena tan maravilloso, tan puro y tan indestructible.
Pero basta con mirar tan solo nuestro país, la Republica Argentina. Y allí esa palabra romántica y magna toma su mayor descomposición y se desploma, como se cae una ilusión.
¿De que se trata precisamente la democracia? ¿No es acaso el mejor sistema que pueda adoptar un país? ¿No es también una alta expresión de libertad e igualdad?
Aquellos planteos cobran una gran falsedad con tan solo señalar la pobreza que oprime y esclaviza, y la desigualdad que excluye y empobrece. Producto únicamente del descuido, la conveniencia y esa puja de intereses sociales que tan bien describe Karl Marx. Lo que él denomina la lucha de clases.
La democracia no ha garantizado, o al menos en una gran porción, todo aquello que pretendía y pregonaba. Su debilidad ha dado lugar a sangrientas dictaduras y totalitarismos. Lenin en su El Estado y la Revolución afirma que la mejor manera de instaurar la dictadura del proletariado es a través de una débil democracia derribada por la agitación social armada.
El retorno de la democracia en nuestro país en 1983 es un claro ejemplo de esto que menciono. Parece que ese noble sistema disfraza con palabras cálidas y novelescas el fetiche de unos oportunistas y la desdicha del conjunto. La diversión de los gobernantes y la infelicidad del Pueblo. Una gran contradicción si es el mismo Pueblo quien gobierna a través de sus representantes. Que no solo no lo representa, si no que lo engaña y  adula. La doctrina del pan y circo.  Bien dijo Rousseau. “Nunca ha existido una democracia y jamás existirá”. Hoy, varios siglos después yo digo que jamás se ha visto una autentica democracia, es decir que persiga su finalidad: el bienestar del Pueblo, por el Pueblo y del Pueblo como lo exclamo Abraham Lincoln. Pero si es posible que halla una. Es esta la finalidad de este escrito.
En el presente artículo intentaré abordar la cuestión de la democracia como sistema de gobierno. Los principales peligros que la conducen o a una semi-anarquía – entendido como la ausencia de poder – o a cierta dictadura – cuando las instituciones y los tres poderes reposan en una sola mano-
Para ello, analizando esta cuestión con argumentos históricos y teóricos de algunos pensadores, daré mi opinión acerca de  una renovación de la democracia sobre bases, no diría nuevas, pero sí olvidadas.

I - De la base y principios de la Democracia.
Bien dijimos al comenzar este ensayo que democracia significa el gobierno del pueblo. Pero ¿Qué quiere decir precisamente esto?
La urna. Un claro símbolo democrático.
Dejando para los soñadores y los teóricos la pavada de que el pueblo se gobierna a si mismo, podemos afirmar que es la elección de la mayoría de sus representantes. Es decir, de sus gobernantes y legisladores. Una vez efectuada dicha elección, el poder que reposaba en el voto se diluye y pasa a las manos del gobernante. Ya la mayoría no gobierna ni elige hasta una nueva elección o plebiscito – cuando no se da a conocer su opinión mediante revueltas o protestas -, y entonces los magistrados comienzan sus orgías políticas y la democracia se descompone, no sin antes empobrecer al Pueblo, o defraudarlo.
Pero hay algo de cierto en lo que Aristóteles expone sobre la democracia.
“La igualdad es la que caracteriza la primera especie de democracia y la igualdad fundada por la ley en esta democracia significa que los pobres no tendrán derechos mas extensos que los ricos, y que ni uno ni otros serán exclusivamente soberanos, si no que lo serán todos en igual proporción. Por tanto, si la libertad y la igualdad son, como se asegura, las dos bases fundamentales de la democracia, cuanto mas completa sea esta igualdad en los derechos políticos, tanto más se mantendrá la democracia en toda su pureza
A ello después agrega que la ley es la que gobierna, y nada ni nadie puede sobrepasarla, no sin antes haber degenerado en otra especie de gobierno. Sea una autocracia, una tiranía o  régimen autoritario.
De lo que se deduce que la igualdad ante la ley y la libertad son el pedestal de la democracia.
Dicha estructura es la que prevalece hoy en la mayoría de las democracias modernas, incluyendo nuestro país.
Toda asociación tiene una finalidad: su conservación. Y la conservación es proporcional al bienestar de la asociación. Este es el principio de la comunidad política como lo señala Locke.
La democracia como forma de gobierno fija su objeto en la prosperidad del Estado y el Pueblo para su perduración bajo los principios de igualdad ante la ley y libertad. Para garantizar dicha finalidad y dando forma y organización al gobierno se sanciona una Constitución. Es este el límite del que habla Aristóteles que no puede sobrepasarse. Límite volátil y vulnerable para los gobernantes de hoy que solo ven como margen su propio capricho, y su desesperada ambición.

II – De la relación entre Soberanía y Democracia.

Mucho se ha escrito acerca de la soberanía. El buen Rousseau quizás ha sido uno de los percusores modernos de este concepto fuertemente vinculado al Pueblo. Sin embargo sus opiniones son erradas y cuando no imposibles. Entre tantas, sostiene que la soberanía es indestructible, inalienable e indivisible. ¿Qué significa esto?
 Pongamos un gobernante que bajo las armas enmudezca la expresión libre de dicha soberanía. Pocos, muy pocos serán los que se atrevan hacer frente al plomo y la pólvora para defender la “soberanía del Pueblo”. Mejor quedarse mudo y quieto en donde se está. De este pensar prosperan las dictaduras.
O sin recurrir a un dictador imaginemos aquel que le conviene que el Pueblo este dividido. Un método más económico, menos cruento que la represión y mas barato en cuanto a costo político. Entonces surgen las divisiones, las pujas celosas y cobran fuerza las facciones. El interés público deja de tener prioridad, sustituyéndose  por fines particulares. Y la soberanía  es arrebatada por engaño, como a un niño pequeño se lo distrae para quitarle su sonajero. Así se reforman las Constituciones y permanecen muchos déspotas maquillados de democracia en el poder. Hugo Chávez en Venezuela es uno de ellos.
La soberanía, como señala Maritain, es un concepto en constante transformación. Antes se la atribuía al Rey como imagen de Dios, y que dicho poder supremo emanaba del Creador. Una noción tan descabellada no es propio abordar. La historia y los reyes hablan por si mismos.
¿Por qué el Pueblo ostenta la soberanía?
He hablado hasta ahora de esta palabra sin definirla. Pero me centraré en su atención en relación a soberanía y Pueblo.
La soberanía reposa en la idea de independencia y poder supremo. Es la resultante de estos dos vectores. La capacidad de discernir, elegir y disponer de medios o cosas para un fin. Es, en síntesis, la posesión de un todo.
Ahora, puede hablarse de Estados soberanos. Es decir de países independientemente unos de otros, a tal punto que pueden declararse la guerra o entablar algún tipo de negociaciones o alianzas. O la unidad de varios Estados amigos, como la ONU, que sin perder su autonomía gozan de una relación de parcial unidad y amistad entre si.
Pero situándonos en lo concerniente al Pueblo ¿Dónde se halla la razón de que éste es soberano?
La soberanía es uno de tantos conceptos míticos y románticos que sirvieron para destronar reyes y déspotas como producto de sus crímenes y abandono contra sus propios súbditos. Aún me planteo en profundidad filosófica el tema de la soberanía…
Desde una perspectiva simplista la soberanía reposa en el número, es decir lo mayor o mayoría. Esta expresión desploma la noción de un Rey absoluto que tiene el poder y el derecho de gobernar hasta el punto de elegir su sucesor o cometer los desmanes que se le plazca.
Bien puede un Gobernante usurpar o hacerse con el poder. Pero si descuida a sus gobernados pronto éstos pedirán su cabeza. El Gobernante puede reprimir y apagar las revueltas en su contra, hasta un punto que sea irreparable, las balas no alcancen y su cabeza se exhiba como un trofeo de conquista.
Kadafi ha sido uno de los últimos déspotas  destronados. La supuesta soberanía estaba en sus súbditos oprimidos. ¿Razón? Lo numéricamente mayor es matemáticamente más que lo numéricamente menor. Sus siervos leales no pudieron contra los rebeldes que los doblegaban en números y pasión.
Si la soberanía reposa en el Pueblo, y ésta se expresa mediante la voluntad general. ¿No fueron también los pueblos italianos y alemanes que abrazaron con vigoroso afecto la venida de líderes mesiánicos y totalitarios?  ¿O acaso un dictador se sostiene sólo por las armas y no con un apoyo mayoritario de la comunidad, sea por temor, sea por simpatía? Una vez más se descubre la idea roussiana de que la soberanía no puede errar.
La soberanía descansa y brota del pueblo por una cuestión de número y no por ideales míticos y románticos. Porque bien puede constituirse un gobierno autoritario y hasta hereditario. En cuanto sufre un descontento popular peligra la seguridad de su régimen.
¿O porque tengo que obedecer una ordenanza que me destierra de mis bienes porque a la mayoría hambrienta y engañada  le plazca instaurar un gobierno comunista? Tendré que ceder no porque la soberanía es justa y perfecta. Mas bien porque las mayoría me arrebatará hasta la propia vida.
Para concluir con nuestro análisis, el poder de la soberanía se haya en el número, es decir la multitud. Es por esta deducción que dicha potestad la ostenta el Pueblo, y no el Estado o un gobernante o asamblea de ellos.
En la democracia la soberanía se ejerce mediante el sufragio. Otorgando en sus representantes las facultades de poder. Que no son supremos –pues los magistrados están sujetos a cierto control de sus funciones, por más que esto contadas veces se cumpla y muchas más se burle - , ni se ceden por completo como pretenden Hobbes y Rousseau – el poder soberano vuelve a las manos de los votantes al finalizar los mandatos de los gobernantes mediante nuevas elecciones -.
La idea de una soberanía total sea del pueblo, o correspondiente a un hombre o asamblea de ellos, como también al propio Estado, no es más que un bruto artificio. Esta noción tan peligrosa es el claro germen que hacer brotar o totalitarismos, o espurias democracias manchadas de sangre, gemidos y corrupción; arrastrando al Pueblo hacia pesadas cadenas, o haciendo pagar a altísimos costos la cuenta de sus errores.
La soberanía es parcial en cuanto tiene límites. Ella no puede ser absoluta en ningún sentido. ¿A quién le corresponde? ¿Si el Pueblo la posee únicamente en el momento que el ciudadano tiene la boleta en su mano próxima a depositarse en la urna? ¿O  si el Gobernante está sujeto a muchas trabas por más que las burle, una de ellas es ceder ante la presión o popular, o extranjera o interna? ¿Y si el Estado no es más que un instrumento que manipula el gobernante que mencionamos recién?
Es un error grave hacer descansar exclusivamente la democracia en la soberanía del número” (Aristóteles)
Por lo que me pregunto si es correcto hablar de soberanía propiamente dicho…

III – Del motor o principio que debe poner en marcha a  la Democracia.


Toda buena idea es bella en cuanto la inspiran bondadosas y provechosas aspiraciones. Toda idea es grande y hasta perfecta, pues intenta correr detrás de algo bueno. Sin embargo, cuando ésta busca aplicarse o efectuarse, enseguida choca contra las fricciones de la realidad. La idea se empobrece, de tantos golpes se deforma y a poco o nada ha llegado como se pensó.
Esta es la base del fracaso de grandes teorías políticas que decaen cuando se instauran. El hombre todo lo hecha a perder.
La democracia, después de la aristocracia del mérito, es en la teoría el mejor de los gobiernos que pueda haber. Ella da la idea de rectitud, justicia es su estricto sentido, transparencia y progreso, además de libertad e igualdad que son el pedestal en donde se apoyan.
Pero ¿cuántos países se han empobrecido en las democracias? ¿O no han sido las enfermizas y tambaleantes democracias las que han originado dictaduras, revueltas con sus costos en vidas humanas o totalitarismo? ¿O no es la democracia un cuento de terror narrado en forma de poesía? Ya hablaremos de ello.
Veamos algo del buen Montesquieu:
El gran escritor del Espíritu de las Leyes señala que la democracia debe tener como principio, es decir el motor que la impulsa para su fin en el cuerpo político, a la virtud. Dicha idea también es sostenida por Platón, Aristóteles y hasta Maquiavelo.
Pero ¿de que se trata esta virtud? Montesquieu expone: “Lo que yo he denominado “virtud” en la República es el amor a la patria” Una idea muy general y abarcativa para tratar. Pero sigamos.
El amor a la Patria debe ser el primer ideal que ostenta la virtud, digámosle la virtud política. ¿Acaso, en teoría, un postulante a funcionario o gobernante no ansía ese puesto para trabajar por el bienestar de la sociedad, y trabajando por el bienestar de la sociedad no se hace un bien al país al que se pertenece y desea servir? Si. Lo triste es que contadas veces se vea esto. A mayor poder, mayor ambición. A mayor ambición, mayor corrupción. Esta es una de las reglas del poder.
Continuemos.
Bien dije que la virtud política se construye bajo la base de amor a la patria o servicio a ella. También el refrán dice que el infierno esta lleno de buenas intenciones. Sin duda.
Por lo que amando al país no se logra nada. Es menester que ese amor sea fructífero y se efectúe. ¡Cuantos han sido los personajes que después de su narcisismo, quisieron ver engrandecido a su país! Bonaparte fue uno de ellos. Y así terminó.
Un político además de vocación de servicio, debe contar con un alto sentido del honor. ¿Qué quiere decir? Que tiene que soportar las tentaciones, el rechazo al lujo, el oportunismo, el lucro y los progresos de la corrupción en todas sus vertientes. El honor es aquel escudo que resiste esas embestidas, manteniendo al soldado con los pies firmes sin haber retrocedido un paso.
Sin honor, el hombre se descompone, y todo decae en ruina. Ahora ¿Qué sucede si el honor se diluye por la atmosfera putrefacta propia de la política? Alguien escribió. “El honor es como la virginidad, una vez que se pierde ya no se recupera”. Además esta noble cualidad jamás se quiebra ni se troca, o nunca fue honor. Muere, resiste y acompaña al individuo hasta su deceso. No hay excepción.
Podemos tomar nuestro concepto de honor como un equivalente a honestidad u honradez, pero el honor es más que esto. Es la más alta expresión de la sinceridad y rectitud.
Con ideal patrio y honor, tampoco se llega a mucho. Será preciso dotar a nuestro hombre de espada, habilidad y coraje, de modo que pueda ser vencedor en la arena política.
Para ello debe contarse con ciertas capacidades propias para el ambiente en el que se relaciona o relacionará. Y por ello se entiende a la astucia, en su sentido de saber aprovechar y obrar en los momentos oportunos, las debilidades del oponente, el conocimiento de la situación, tomar ventaja, perseverar, etc.
Un alto razonamiento o sentido de juicio. Propio para afrontar las crisis y que es preciso sacrificar, o a que debe darse más importancia según las circunstancias.
La oratoria y el carisma son elementos más que esenciales, pues si no se logra atrapar la atención del publico ¿a que se llega? ¿Quién lo conocerá o lo querrá en algún cargo en la que una sociedad predominante por los medios de comunicación de la figura y lo mediático prevalecen permanentemente?
Considero estas cualidades como la constitución de la virtud política. De seguro hay muchas más para pensar e imaginar, sin embargo será pedir mucho o ver algo inexistente en los hombres de hoy.
La virtud política es más que primordial para afianzar una próspera y sana democracia. Ello hará un buen gobierno, y un buen gobierno un gran país.
Volvamos a las enseñanzas del buen Montesquieu:
“Cuando la virtud deja de existir, la ambición entra en los corazones capaces de recibirla y la codicia se apodera de todo lo demás. Los deseos cambian de objeto: lo que antes se amaba, ya no se ama; si se era libre con las leyes, ahora se quiere ser libre de ellas; cada ciudadano es como un esclavo escapado de la casa de su amo; se llama rigor a lo que antes era máxima; se llama estorbo a lo que era regla; se llama temor a lo que antes era atención. Se llama avaricia a la fungibilidad y no al deseo de poseer. (…) pero cuando la virtud se pierde, el tesoro público se convierte en patrimonio de los particulares. La República es un despojo y su fuerza ya no es más que el poder de algunos ciudadanos y la ruina de todos”
Muchos dirán que todo esto que brevemente expuse sobre la virtud política es mera ilusión, pura utopía, uno más de esos ideales ficticios que solo se hallan en las cabezas soñadoras y los libros teóricos. No obstante, no veo otro camino que la virtud para hallar un buen gobierno y una sana y respetable democracia. Todos los demás medios y empeños se desplomarán al fin.
Aunque añado: lean la vida del general George Washington. Él ha sido un claro exponente de lo que traté aquí.
Por regla común, el respeto y cumplimento de  la ley, la Constitución, la separación de poderes, una correcto funcionamiento de las instituciones del Estado para la comunidad, el castigo mediante la justicia a los descarrilados, corruptos y delincuentes, el ferviente empeño en erradicar la pobreza del propio país, y cuantas cosas más, como salud, educación y trabajo, son los principales signos en los cuales puede deducirse de la efectividad de un gobierno democrático que vela, como un centinela, por la integridad de la República y el ciudadano.

IV – De las enfermedades o descomposiciones de la Democracia.

No nos vamos a permitir trazar un modelo de gobierno perfecto. Ni tampoco describir con iluso entusiasmo las cualidades propias de nuestro sistema utópico de gobierno. Caeremos en el mismo error que frecuentaron muchos pensadores. Separar la realidad de lo ideal. Lo inalcanzable de lo posible. Esta regla, que nos sirve para no andar ebrios en nubes soñadoras de vapor, no amerita por ello apartar los rectos principios que debe portar un hombre honrado. De lo contrario, sea en corto o largo tiempo, nos corromperemos y ese será el comienzo de nuestro ocaso, y la frustración de lo que una vez fue un sano proyecto.
Para hablar de política y sus fines es preciso entender y hablar del hombre. No puede concebirse ni un gramo de ideas si no se comprende la naturaleza del hombre. Todo lo demás será ficción.
Los Caníbales, de Goya. Los hombres se depredan así mismos.
Hobbes escribió: “El hombre ama la libertad y a la vez, el dominio sobre los demás”. Ya será oportuno desglosar esta ecuación filosófica que el buen Hobbes pensó. Comprende mucho más que las contradicciones entre libertad y opresión.
Al común del hombre le gusta mandonear –que dista mucho del mando que exige comprensión y resolución – y no obedecer más que sus impulsores caprichos. La obediencia no es más que sinónimo de esclavitud para el. Sin embargo se la exige a los demás como un mandato religioso o una sagrada doctrina.
Le encanta que lo alaben, y a la vez que le teman. Disponer e imponer de lo que sea.
Le robaría la eternidad infinita al mismo Dios si pudiera. Todo con un solo propósito. Mantenerse en el poder. Ya Maquiavelo sostuvo que el primer principio del poder no es el servicio a la comunidad, ni el bien común, ni nada de ello. Si no su conservación.
Es ésta la clara razón del porque el hombre ansía ese espacio, esa cumbre de dominio para él y el vació para los demás. Se depreda a si mismo, entre semejantes, para no acatar las ordenes de nadie, si no al imperio de sus ambiciones que desea expandir hasta destronar a quien tenga ese vicioso privilegio. El hombre es el lobo del hombre…
Ningún sistema de gobierno es malo. Cada uno de ellos, de manera diferente busca instaurar un orden y una armonía entre gobernantes y gobernados. Pues, ya mencionamos que la finalidad del cuerpo político o la organización de una sociedad con su respectivo Estado, administración, leyes, etc.; es la conservación de la misma, es decir promover su bienestar para hacer perdurable su existencia.
Una monarquía, si es ejercida por un buen rey no sería perjudicial, como así tampoco una democracia. La antítesis del primero.
Lo que erra y contamina todo es el hombre en su facultad de ambiciones de poder y dominio. Y si, como en el caso de una monarquía, el poder reside en una sola mano claro que es peligroso y ruinoso aquel sistema.
Las democracias propias de nuestro tiempo - porque cada sistema de gobierno corresponde a procesos y circunstancias correspondientes y únicas de la historia- no es la excepción.
Vamos a tratar aquí de que manera se descomponen las democracias, entendiendo como aquel germen originador al hombre contaminado por la política.
Ya desde de los primero escritos de política, quizás con Platón y su Republica, se ha tratado la manera en que los diversos sistemas de gobierno degeneran. Es decir, como una democracia o una aristocracia pasan a oprimir a sus gobernantes en vez de garantizarles prosperidad.
Bien se entienden según la tradición antigua, tres formas de gobierno. A saber: Monarquía (donde el poder reside en una solo hombre), Aristocracia (donde el poder se expresa en un conjunto selecto de hombres) y Democracia (donde la mayoría es quien ostenta el poder o soberanía)
Claro que hay muchos tipos de monarquías, aristocracias y democracias. Hay monarquías absolutistas, parlamentarias, dinásticas y teocráticas que es casi lo mismo que la absolutista con algunas variaciones en su fundamento o concepción. Como aristocracias selectivas, electivas y hereditarias.
De lo que en la presente parte del escrito nos ocuparemos es de la democracia. El sistema más común en el mundo moderno, y el que rige afortunadamente en nuestro país.
¿De que manera se degenera la democracia?
Por regla general podemos decir que hay dos casos.
Primero: Cuando el poder se diluye debido a la ausencia autoridad por parte del gobierno vigente.
Segundo: Cuando el poder pasa a concentrarse en una sola mano.

Continuación. De la ausencia de poder.
Quizás sea esta una de las tragedias más funestas para el porvenir de un país. El vacío de autoridad no solo quiebra la solidez institucional propia y necesaria para un buen funcionamiento del Estado. A espalda de la crisis, los oportunistas comienzan a tejer alianzas para turnarse en el poder mediante negocios fraudulentos, cuando no otros saquean los recursos de la nación a través de decretos que nadie ve ni controla producto justamente, de la ausencia de poder. Si a ello agregamos las constantes revueltas que se originan, destrozos, y falta total de la Ley, todo es un caos y el país inexorablemente no tiene más que unas pocas alternativas.
La crisis del 2001 en Argentina, demostró las consecuencias de  la ausencia de poder.
O el que sucede al gobierno desertor no puede controlar las manifestaciones ni el desorden socio político y económico, y debe marcharse, continuando así la confusa acracia. O llega al poder un gobierno que con el pretexto de la crisis imperante acumula insaciablemente el poder para frenar aquellas sediciones y una vez cumplido esto, se perpetua en el poder. Estamos entonces ante una anarquía en el primer caso –entendida como la falta de autoridad política-, y ante un gobierno tiránico en el segundo. La resultante de esto no puede ser más funesta. El fracaso de ambos proyectos, y la sucesión de prolongados proceso de crisis que empobrecerán y devastarán al país.
¿Acaso la historia no nos señala que luego de la destitución de un gobierno producto de su misma incompetencia e insuficiencia de resolución se avecina una seguidilla de levantamientos sociales y conspiraciones políticas dando rienda suelta a la clara venida de un falso líder mesiánico?
El jacobinismo, el nacionalsocialismo y el fascismo son los exponentes más aberrantes que la historia moderna de la humanidad nos demuestra.
Todos llegan al gobierno aprovechándose de las crisis en sus países. Todos buscaron conservar el poder mediante el terror, la persecución, los asesinatos, y la imposición de un pensamiento homogéneo que rinda culto a su figura. Todos también fracasaron y arrastraron al infierno su propia vida y a su país.
No hace falta hacer mucha memoria para recordar el desgraciado diciembre del 2001 que aniquiló la institucionalidad política en la República Argentina. Sus consecuencias, pese a una leve –y no por ello algo falsa- recuperación continúan padeciéndose. Llega un hombre poco conocido al poder, y unos años después instaló un modelo hegemónico, faccionista autoritario que hasta el día de hoy mantiene la dirección del Estado que lo apropiaron como elemento suyo.
Ahora bien ¿qué elementos son lo que originan la ausencia de poder?
Los hay tantos como pueda expresarse la imaginación humana. Pero podemos decir el más general. Un gobierno vacilante, dubitativo, irresoluto, tímido, impopular o de baja aceptación. Estas condicione dan lugar para fortalecer y armar a los opositores. Que no buscan el bienestar de la sociedad si no la destitución de sus oponentes  para que luego ellos se alcen con el gobierno. Nadie viene a trabajar a favor del Pueblo, si no a sacar cuanto provecho puede.
Estas facciones van conspirando con los poderes económicos y sociales - es decir el empresariado, los sindicatos, etc.- de modo que puedan dar el golpe oportuno y cauteloso para no ser tildados de sediciosos ni golpistas. Calificativos terminales y ruinosos en los días de hoy tras las heridas de los procesos dictatoriales.
Sin embargo, me atrevo a observar que el gobierno no será desplomado hasta que una marcada revuelta social se manifieste. Este suceso solo puede desencadenarse bajo un solo método: que se toque el bolsillo del ciudadano.
Así cae un gobierno de una manera que no necesita gente uniformada, ni aeronaves sobrevolando las casas de gobierno, ni fusiles con sus bayonetas.
No por ello deja de allanar el terreno para una dictadura explicita o maquillada de democracia.
Cuando un gobierno cae es imposible que no arrastre consigo al país.

Continuación. De la concentración del poder.

Vamos a ver algunos renglones escritos por Locke:
John Locke.
(…)Otras formas de gobierno están igualmente expuestas a ella: porque siempre que el poder, puesto en cualesquiera manos para el gobierno del pueblo y la preservación de sus propiedades, sea aplicado a otros fines, y sirva para empobrecer, hostigar o someter las gentes a irregulares, arbitrarios mandatos de los encumbrados, al punto se convierte en tiranía; bien los que tal usaren fueren muchos o uno sólo. Así leemos de los treinta tiranos de Atenas cómo de uno en Siracusa; y el dominio intolerable de los decenviros en Roma no fue cosa mejor (…) Siempre que la ley acaba la tiranía empieza (…)”
¡Con cuanta verdad nos ilustra la pluma del buen Locke! Quiero resaltar. “Siempre que la ley acaba la tiranía empieza”.
Para hablar de tiranos no hace falta que venga a nuestra imaginación la figura de Cayo Julio, Nerón, Darío de Persia, o cualquier personaje de la antigüedad que se nos ha dicho en las escuelas que fueron tiranos.
Alegoría de la demagogia
Tampoco es necesario que una tiranía sea algo propio de las monarquías, autocracias y totalitarismos. Las democracias que dicen ser el antídoto para evitar justamente las tiranías, no hacen la excepción. Allí también el hombre se las rebusca para prolongar sus ambiciones de poder y abuso. ¿Cómo? Cuando se tuerce la Ley, se diluye la separación de Poderes para concentrarse en el capricho de una persona que generalmente es el Jefe de Estado, cuando los corruptos no son investigados ni enjuiciados, se encadena a funcionarios y magistrados al apetito de una sola voluntad, y tristemente cuando se borra a la Constitución que reglamenta y da forma al gobierno, para conservar a un mandón en el poder.
Entonces el interés público ya no tiene importancia. No existen las reglas, porque la ley solo son un montón de letras que nadie recuerda, ni le conviene recordar. Se atonta a la sociedad con pan y circo de modo que si hay algún atento o despabilado no pueda ver las orgías políticas de los magistrados que saquean los bienes de la Republica para abultar sus propios bolsillos.
Las facultades extraordinarias pasan a ser legales, que no por ello dejan de ser ilegítimas y un claro atropello hacia la salud democrática. Se gobierna de acuerdo a los decretos o al Congreso Legislativo que pasa a ser una escribanía del Ejecutivo.
Los abusos de la democracia pueden ser de diversas vertientes tantos como los medios se empleen. Así tenemos los populismos que no son más que la excitación de la demagogia y el adormecimiento de las masas bajo la doctrina del pan y circo. Porque creyendo estas que se las ampara, se las engorda como ganado. Y así como los animales obedecen al que les da de comer por más que su amo los maltrate, así las masas acatan las directivas de sus jefes porque éstos únicamente los utilicen como pedestal de sus fetiches.
Podemos citar a aquellas democracias de carácter oligárquico donde el poder se reparte entre los sectores de mayor adquisición económica. Y la dirección del Estado les da los medios cómodamente suficientes para acrecentar sus riquezas a costa del empobrecimiento general del país.
Además están aquellos de carácter autoritario donde la ley es el antojo de quien ostenta el mayor cargo en la dirección de la República. Nada se hace, nada es lícito si no es acorde a la voluntad del Jefe de Estado. No se respeta la separación de poder  porque no la hay, pues los magistrados son sus sumisos vasallos; sean senadores, ministros, diputados o jueces.
Sin embargo, están la combinación de estas tres degeneraciones de la democracia. Como diría el usual vocablo criollo “un poquito de todo”.
Así el gobierno de Chávez en Venezuela o el de Cristina Kirchner en Argentina son astutamente un conglomerado de la más putrefacta democracia. Instalando en la sociedad implementos mecánicos a través de la propaganda demagógica, el despilfarro del erario público para engordar a las masas ignorantes, el reclutamiento de mercenarios y adulones que hagan defender el Gobierno contra aquellos osados que se atrevan a criticar sus abusos. La fiera embestida contra aquel que piense distinto. Los casos de corrupción que permanecen impunes, y el culto bobo hacia la figura del régimen unitario y presidencialista que prevalecen en los dos países que citamos de Sudamérica.
Ambas Republicas se van sujetando a pesadas cadenas. Ambas Republicas van dejando de ser Republicas para ser trono y cetro de los desenfrenados Jefes de Estado.

V-Conclusión.

Siento que todo lo que traté aquí es insuficiente. Hay más por decir, más por analizar y más por escribir. Sin embargo, la idea de este ensayo es no ser aburrido porque si no ¿quién lo leerá? Pero tampoco es su propósito carecer de argumentos pues entonces seré un charlatán.
Alberdi. Un gran defensor de la Democracia.
Me introduje en un tema demasiado basto para mis conocimientos. No obstante, a medida que lo fui trazando con grandes cuestionamientos me di cuenta de algo que hasta el momento no había tomado como parte de mis convicciones. La democracia es un mal sistema de gobierno, y lejos de ser esa utopía tonta que hoy los demagogos nos intentan vender y de la cual se llenan la boca hablando, está llena de abusos, corrupción y claro está el empobrecimiento y ruina de los país. Solo basta engañar a la sociedad, y la urna dará su veredicto. No es algo difícil de ver. La democracia es entre tantas cosas, el lindo maquillaje con que se empopan la cara aquellos lobos de los hombres como dijo Hobbes. La clase política. ¡Si hay alguno bueno que de un paso al frente!
Es un mal sistema si. Pero es el mejor de los que puede haber.
Allí por lo menos no se recortan las libertades individuales, todos –aunque  no se cumpla- somos iguales ante la Ley. Cada uno puede pensar diferente, escribir diferente sin necesidad de ser perseguido o ajusticiado. Los ciudadanos optan por sus representantes, mas allá de que ni los conozcan, ni los representen. Pero elijen.
La democracia da lugar a manifestarse ante una situación de descontento. A escoger que diario leer o que programa informativo mirar. A planificar su casa y trabajo sin que el Gobierno, como en el caso del comunismo, le diga hasta que dimensiones puede construir su hogar y que oficio tiene que ejercer.
Los derechos del hombre tienen mayor asiento. A pesar de que se los manipula con fines grotescos y separatistas.
Pregona la distribución del ingreso para conseguir cierta armonía económica entra las clases. Aunque todo ese caudal de dinero sea para aquellos que se enfiestan a costa de la función pública.
Es el mejor sistema bien dije, pero no es bueno. Lo que aquí falla, lo que descompone a la democracia no es su esencia misma que en la teoría es una de las más nobles y justas. Lo que degradada aquellas metas es el mismo hombre en sus ansias de abuso y dominio. Por ende, no es aconsejable mudar la democracia por otro sistema en donde el exceso de poder se ejercería atropelladamente de una manera asquerosa, impune, arbitraria y permanente. Lo que debe cambiar es el hombre. El único y claro germen que todo contamina y echa a perder las cosas. ¿Cambiará el hombre? No lo sé. Pero pueden mudar sus vicios por virtud. Todavía hay hombres justos y honrados. Hay que guardar las esperanzas, lejanas o imposibles, de que algunos de ellos algún día, puedan desde un gobierno trabajar por la prosperidad del país.
Es provechoso defender la democracia. Tanto contra la quieren extinguir, como contra quienes se la apropian como posesión personal. Todo aquel sujeto que sus acciones políticas den el claro indicio de “¡La democracia soy yo!” expone la contaminada ambición que hacen enfermar a la salud democrática. 
Para terminar esta parte quiero añadir una profunda frase que, para quienes la contemplan, encierra la integridad esencial de la democracia. 
"Como no sería esclavo, tampoco sería amo. Esto expresa mi idea de democracia" Abraham Lincoln.
"La democracia es la libertad constituida en gobierno, pues el verdadero gobierno no es mas ni menos que la libertad organizada" Juan B. Alberdi.
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EL CAÑON o Principios de la Política; 3ra publicación. La Guardia del Sur.

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  1. Rousseau decía que la soberanía es indestructible, inalienable e indivisible... Vos decís que se equivoca... La soberanía descansa y brota del pueblo por una cuestión de número y no por ideales míticos y románticos. Si es cierto, pero acordate Franco que a veces sólo basta la voluntad de un hombre para cambiar el curso de la historia de una nación... Conciente o inconcientemente la soberanía es inalienable e indestructible por mas que seamos sometidos ante la amenaza de quienes cedimos la confianza de gobernar... Cada nación, cada pueblo es en sí un ser con conciencia propia... Y al igual que una persona, su esencia mas profunda es inalterable. Desestabilizá eso y el resultado es la caída del propio gobierno que intento cambiarlo. De ahí nace la soberanía... Es el concepto de libertad que sostienen los ideales de hombres y mujeres que conforman un estado que de manera legal (pero irónica en ciertas condiciones) esta plasmado a través de la Ley Suprema de la nación (su Constitución Nacional). Es indestructible e inalienable aunque puede ser divisible estos ideales. ¿Por qué? Porque toda idea de gobierno para mantener esta soberanía sea a través de un sistema demócrata, Republicano, Monarquico, Despota o Comunista se basa en postulados utópicos en cierto sentido. No hay sistemas de gobiernos malos, sólo que cada nación que conforma un estado, debe elegir aquel que defienda los intereses del pueblo en base a su propia conciencia ciudadana... Por ejemplo China. Este no es un país que eligió ser Comunista de manera moderada por imposicion, sino por elección. Y digo moderada porque en cierto modo, China es comunista ante el pueblo mas no para el resto de los paises (es uno de los paises con mayor número de importación y exportación a pesar de que es uno de los pocos que tiene las condiciones necesarias para autoabastecerse). Un país como China con un sistema de gobierno republicano como el nuestro caería en una crisis que los dejaría mas allá del indice de los paises con mayor número de pobreza. Se debe tener en cuenta que su superpoblación supera números excesivos a nivel mundial. El comunismo y su ideología de "repartición equitativa de bienes" es lo que los mantiene lejos de pertenecer entre los paises con mayor número de habitantes que viven en condiciones pauperrimas... El pueblo lo acepta... Su conciencia ciudadana lo acepta, tal vez no por elección unanime, pero sí por entender que es lo que sus habitantes necesitan para mantener lo que para ellos es LA SOBERANÍA... La corrupción yace no del sistema de gobierno elegido, sino por la naturaleza corrupta del hombre... Como dije no hay gobiernos malos, pero si hay malos gobernantes. Por tal motivo digo que todo postulado es utópico en si mismo, porque todo sistema busca aquella perfección que mejor se adapte al ser conciente del pueblo y a su noción de soberanía, pero los defectos provenientes por las ambiciones personales de quienes tienen el poder otorgado de manera originaria por el pueblo, corrompen el sistema electo. La soberanía no se pierde, sólo pasa a un segundo plano y vuelve a retornar cuando el sufrimiento colectivo causado por sus propios gobernantes quebranta abruptamente su noción de pueblo soberano...

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  2. Ahora bien ¿dónde nace esa conciencia ciudadana...? hay un dicho que dice "el que escribe en el alma de un niño escribe para siempre". Lo mismo sucede en el nacimiento de una nueva nación y/o estado... Nosotros como nación y estado nacimos rodeados en nuestras cunas con ideales provenientes de hombres ilustrados de la Revolución Francesa y el Iluminismo Inglés y Frances... Nuestro Primer Gobierno Patrio del 25 de Mayo de 1810 no fue un gobierno popular como se menciona en algunos libros de historia. Es un error. En esos tiempos los hombres y mujeres del joven Virreynato del Río de la Plata eran incultos en esta materia, la mayoría incluso eran analfabetos y sumado a que no había medios de comunicaciones eficaces, era practicamente imposible que ese hecho del 25 de mayo se pueda considerar como el primer grito de "SOBERANÍA POPULAR" inspirado por la Revolución Francesa. Los valores e ideales provenientes de una Europa en estado de grandes cambios no transcendian mas allá de la Jabonería de Vieytes y su grupo de jovenes revolucionarios llamados "La sociedad de los Siete", Cornelio Saavedra, Manuel Belgrano, Juan José Castelli, Juan Martín de Pueyrredón, Mariano Moreno, Hipólito Vieytes, Nicolás Rodríguez Peña. Jovenes ilustrados que plantaron las semillas que decadas mas tarde, luego de tantos conflictos, desacuerdos y derramamiento de sangre, culminaría con el Congreso General Constituyente de 1852 y nuestra Constitución Nacional (1853) dejando plasmado nuestro verdadero concepto de pueblo soberano... DE NACIÓN Y ESTADO SOBERANO. Nuestros ideales como nación es una consiencia colectiva que de manera indirecta fue adaptandose a los intereses de quienes la habitan a partir de esas semillas plantadas por esos jovenes ilustrados y fueron transformandose a lo largo de la historia... ¿Puede haber diferencias de opinión incluso hoy en día? Por supuesto que sí. Por tal motivo creo que la soberanía no es indivisible... su concepto difiere entre nuestros ciudadanos y habitantes, al igual que las opiniones a la hora de debatir sobre religión y polítca. Temas considerados como "los debates eternos", causado por las mentalidades cerradas y la poca tolerancia de las personas en aceptar a que todos en cierto modo tienen derecho a tener sus propias opiniónes, sin imponer al resto la aceptación de las mismas (olvidandosé de que la libertad de opinión es parte precisamente de esa soberanía que tanto defendemos incluso con nuestras propias vidas).

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  3. Pero como ves, basto sólo con la voluntad de un hombre que sumado a otros cambió de manera radical el camino de muchos... Sus ideas fueron románticas, platónicas en esos tiempos... Fueron soñadores que supieron transformar y moldear sus sueños a trevés de la realidad... Escribiendo en el alma de un pueblo subyagado por un sistema opresor que era ajeno a la verdadera conciencia de su gente. Estoy deacuerdo cuando decis que la soberanía brota en números, un grano de arena en la costa del mar puede parecer insignificante pero sumado a otros marca el verdadero cambio, siempre y en cuando vele por los intereses del pueblo. Pero para eso, los ideales de estos hombres y su voluntad deben de ser puros... Soñadores, románticos, platónicos pero con los pies bien aferrados en la realidad que les tocó vivir. Así define la historia a esos hombres, pero aun así, han de ser necesarios, incluso en estos tiempos que corren...El mayor riesgo de estos hombres es caer en la arrogancia, la vanidad y por sobre todas las cosas, la demagogia, algo y practicamente normal en los ultimos gobiernos de nuestro país, como bien vos escribistes, "pan y circo" para atontar a las masas incultas que son mayoría... La educación lo es todo, sin ella el pueblo en su totalidad sería parte de esa masa, pero la educación de nada valé si los ilustrados son corrompidos con facilidad... De ahí la importancia de no subestimar a los que persiguen y se aferran a sus ideales con platónica y romantica actitud... Pues son los que por pasión y amor a esos ideales son los mas dificiles de corromper y desviar del camino, mientras que el conformista sólo observa como el resto de su soberanía se desploma cual castillo de naipes en la ventisca...

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  4. Cuanto hace que no debatía un tema así... Cuando puedas dame tu opinión MI MAESTRO, jajaja. Me encanta debatir. Tendría que encontrar algún tema que trate sobre el verdadero significado de ser patriota (un tema largo y candente). Pero sería entrar en mucha controversia.
    Muchos hacen estupideses en nombre de la patria... Por eso Oscar Wilde decía allá en esos tiempos que "el patriotismo es la virtud de los depravados". A veces creo (tal vez equivocadamente) que deforman la idea original de las cosas por las acciones de la gente... Es como aquel que dice "la vida es una mierda"... Cuando en realidad a veces la gente es una mierda y hace que nuestra vida sea dura...
    Muy bueno el enlace que publicaste.

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