"Mas los bravos que unidos juraron, su feliz libertad sostener; a esos tigres sedientos de sangre, fuertes pechos sabrán oponer"

domingo, 1 de enero de 2012

Del Pueblo



I-Del Pueblo, su definición y formación.
He visto últimamente, tras el rotundo triunfo en las elecciones presidenciales de la re-electa Presidente de la República, la señora Cristina Fernández de Kirchner, el uso común de la palabra "pueblo" y la bruta manipulación como argumento en los debates del porcentaje que la embistió una vez más en la más alta magistratura del país. La presidencia.
Claro que para entender esta cuestión basta razonar y mirar quien es el personaje, o los personajes, que estimulan y dicen esto que expongo. Evidentemente, si se trata de un sequito de adulones que gustan aplaudir, más por conveniencia que por convicción, a su Jefa de Estado en actos públicos y cambiar de discusión ante un interrogatorio sobre las expuestas falencias de las políticas del actual gobierno, no debe sorprendernos esto. No obstante, tanto uso de la palabra "pueblo" y de si este se equivoca o no, me trae a la reflexión, cuando no al trabajo, de contestar esta sencilla duda.
Para empezar, habría que definir que es el pueblo.
Mucho he reflexionado al respecto, y más me he cuestionado sobre esa palabra dulce, embriagante, que tantos personajes históricos dijeron defender y proteger. O cuantas atrocidades y revueltas se han producido argumentando la voluntad y protección justamente, del pueblo.
Esa palabra romántica, rígida, indestructible y sana. "El pueblo jamás será vencido" se ha vociferado más de una vez. Y dos veces más se lo ha visto bajo un yugo aplastante. Cuando no en inentendibles guerras civiles empujadas por un puñado de ambiciosos.
Entonces sin ir más lejos se  visualiza la toma de la Bastilla, Paris humeante, y la ejecución de su monarca por parte de un montón de individuos hambrientos y rugientes. Al poco se ve un gobierno nuevo y diferente que nada ha solucionado a ese pueblo que supuestamente derribó la monarquía y es acosado por el hambre, la guillotina y las invasiones de las potencias extranjeras. Llega un nuevo hombre que exclama.
-"¡Se terminó la novela de la revolución!"
No muchos años después todo fracasó.
Cierta simetría guarda la llamada revolución bolchevique contra el régimen zarista. Ese pueblo armado que se enfrentó al Ejército Imperial, luego a sus enemigos internos, poco después sufre una opresión similar con la pérdida de su libertad y la instauración de un nuevo modelo de gobierno que en su teoría abogaba por los menos pudientes.
La caída del muro de Berlín desnudó otro fracaso.
A unos cuantos kilómetros de Berlín, un hombre abarrotaba plazas, enardecía las multitudes, y hasta influía en cada hombre de Estado de otros gobiernos. Surge una nueva ideología que alucinaba a casi todo el mundo entero. El fascismo y el Duce.
Arrastrado por los partisanos por las calles italianas, fue colgado como un fiambre mientras aquellas muchedumbres que tanto lo vivaron, lo escupían y maldecían.
La muchedumbre en la plaza en 1945
Situándonos un poco en la Argentina apreciamos la histórica plaza de Mayo un 17 de Octubre de 1945, llena, repleta, vibrante. Las fotografías de individuos acalorados con los pies en las fuentes de agua, exigiendo la liberación de su "coronel".
Años más tarde, 1955, nuevamente se colma pero por gente que festejaba la caída de aquel que se reclamaba un 17 de Octubre. La llamada otra plaza.
Estos ejemplos que expuse brevemente son quizás el escollo con que tropiezan mis reflexiones acerca del concepto de pueblo. Pues, en este último caso veo dos plazas llenas pero bajo consignas opuestas. ¿Y el pueblo? ¿Son acaso los hombres de bajo recursos, las llamadas masas que tristemente la historia nos ilustra como gente manipulada por gobernantes y políticos, como si fuera un rebaño en busca de su pastor? Entonces de ser así, un pueblo no piensa por si mismo, y la masa - como se llama al común mayoritario generalmente de linaje obrero y campesino- es algo que no tiene forma, ni solidez. Como en la mano de un panadero se amolda a su antojo, así la aparición de un líder la acomoda a su capricho e interés.
¿O es el pueblo aquel común de sujetos más pudientes, con estudios, formación, etc.; que su realidad socio económica le permite - generalmente- pensar y ver la realidad con un poco más de agudeza? Mientras el primer caso lucha por no padecer el hambre, el segundo se preocupa por mudar de automóvil o viajar en sus vacaciones.
Tropiezo aquí con la llamada lucha de clases. Un concepto muy clarificado en el Manifiesto.
 Una sociedad, el conjunto de habitantes que la desigualdad económica y social los enfrenta unos con otros. Generando muchas veces odios, envidias, discordias, rechazo.
Desde la perspectiva marxista, el pueblo es aquella masa asalariada, obrera, explotada por la burguesía, y que para su liberación y prosperidad debe eliminarla [a la burguesía] mediante la lucha armada, e instaurar la que denominan dictadura del proletariado.
Es a mí entender un concepto erróneo, parcial y separatista. Peligroso y trágico para el porvenir de ese pueblo. El ya uso del vocablo dictadura [del proletariado] es sin duda alguna el germen de una opresión. Encontramos su fracaso en la misma URSS y su expresión aberrante en la mano de hierro de Stalin.
Robespierre también alucia la denominación de pueblo al linaje pobre. Sin embargo, el mismo se encargó de exterminar a aquellos hombres de su pueblo que no pensaran como el.
Alegoria de Stalin y el Pueblo
¿Qué podemos deducir de estos ejemplos?
Que el pueblo no es a mi entender, una porción sea mayoritario o no, del total de habitantes de un país. Ni los más pobres, ni las clases medias, ni las más ostentosas son el pueblo en sí. Creo y considero que la suma de estas tres divisiones son el pueblo.
Entonces ¿el pueblo son los habitantes de un país?
De un razonamiento ordinario, es decir simplista, es válido utilizar la palabra pueblo para referirnos a los habitantes de un país. De ahí que el pueblo argentino, el pueblo uruguayo o el pueblo chileno.
Empero, esta denominación sigue careciendo de profundidad y no le da un sentido magnánimo si no accidental.
El Nacional socialismo entiende como pueblo a la suma de los sectores sociales. De modo que para abolir esta lucha constante de clases es imprescindible generar un estado de armonía donde nadie sea explotador, ni explotado. Prevalecen las clases bajo un equilibrio socio económico.
Se fomenta fuertemente la industria y se logra reunir a la diversidad de clases bajo la bandera paternalista de un único líder, o gobernante mesiánico.
El Estado, ubicándose por sobre el Pueblo, no sirve a el mismo, si no a si mismo. Entonces aparece un nuevo actor que se encarga de oprimir, reprimir y acortar las libertades civiles y sociales. Aquel actor es el líder totalitario del régimen. Hitler fue en el caso y ocaso de Alemania. Considero que el lector reflexione por si solo sobre como finalizó esta tragedia.
Esta doctrina demuestra su debilidad, al igual que la comunista, en el momento que el Estado personificado en un solo hombre recorta y dirige las libertades.
Siempre es peligroso, y cuando no ruinoso, aquel individuo, partido o facción que se adueña del Estado como el medio para perdurar en el poder. En mayor o menor tiempo terminará sepultado bajo los escombros de su fracaso, no habiendo antes arrastrado a "su pueblo" a semejante fin.
Las oligarquías y el ejército como un medio de fuerza y poder corren la misma suerte que enuncié anteriormente.
Ahora bien ¿si el pueblo es como dijimos, los habitantes de un país, que cosa es lo que le da sentido a si mismo?
Primeramente la identidad.
El hecho de ya haber nacido bajo un límite de fronteras, es decir un país, obedecer un común de leyes y autoridades, y diferenciarse del resto bajo una Bandera, símbolos patrios y la historia en común de la constitución de su país como tal.
Maritain exponía al respecto: "(...) diré que el concepto moderno de pueblo tiene una larga historia y arranca de una singular diversidad de significados que se han fundido entre sí. (...) baste decir que pueblo es la multitud de personas que, unidas bajo leyes justas, por la mutua amistad, y para el bien común de sus humanas existencias, constituyen una sociedad política o un cuerpo político"
Comparto la esencia de la definición de este interesante filósofo. No obstante, aún creo que sigo siendo parcial. Profundicemos un poco más.
Tomando la definición arriba citada vemos como carece de solidez o al menos empieza a descascarse ante un cuestionamiento hoy común sobre todo en Europa.
Un brillante profesor que tuve durante el secundario me escribió una vez:
 "Hay algunos conceptos como el de patria y patriotismo que están en crisis, lo mismo ocurre con los de nación y raza. ¿Qué quiere decir que están en crisis? Que empiezan a ser considerados caducos por la dificultad de aplicación de los mismos. Hoy los países, las naciones y las etnias son estructuras "borrosas", es decir, fenómenos que no son tan fáciles de definir o circunscribir como solía ser. Principalmente, porque se descubrió que muchas de esas cuestiones son invenciones que en un momento fueron útiles y ya tal vez no. Tengo un amigo que es hijo de un griego que nació en Georgia del Cáucaso, su madre es húngara, él nació en República Checa y vive en Eslovaquia. Cuando le pregunta acerca de su patria o de su nacionalidad él dice sin ironía: europeo."
Esta clara opinión trae mayores complicaciones en mi búsqueda de concepto de pueblo. Si bien el no habla propiamente de pueblo, si no de patria, nación, etnia, etc., la esencia de su mensaje es perfectamente aplicable al concepto de pueblo de Maritain o lo que yo expuse.
Bien se que esta empresa a la que me he volcado es como el cuento del hombre que tiraba piedras a la luna. Su padre le pregunta que intentaba hacer, pues era imposible voltear semejante cosa. El dice que sabía eso, pero que al fin y al cabo obtendría una gran puntería y fuerza, sin haber podido derribar a la luna.
Algo de esto es lo que me propongo. Poder acercar al lector una opinión sólida, argumentada si se quiere, de modo que pueda contribuir a pensar. No es poca cosa.
Para que halla un pueblo debe haber identidad. Alguien pude refutarme en que me asemejo yo del joven del Noroeste, o de la Mesopotamia, o de la Patagonia.
No solo me diferencia de él cierta cultura, gustos, modo de pensar, tradición, costumbres y rutina, y hasta el color de piel puede ser. Sin embargo ambos entonamos el mismo himno, saludamos a la misma Bandera y obviamente obedecemos a unas mismas leyes y autoridades.
Pero más aún para que halla un pueblo debe haber unidad. Es decir un equilibrio armónico entre los intereses de los diversos sectores sociales. Hecho que se diluye en la puja desenfrenada de clases, abonadas por el ritmo económico del mundo de hoy, y sementadas por los gobernantes oportunistas que aplican la máxima de Cayo Julio. "Divide y vencerás".
Un país cuenta, obviamente, con habitantes. Pero esos habitantes no siempre constituyen un pueblo.
Entonces ¿de que modo y quién debe garantizar la unidad para fundar un pueblo?
En lo que respecta a la primera pregunta veo como un medio factible para ello, agrupar a esos habitantes bajo la Bandera patria. Exaltar el patriotismo, que se traduce como el amor al país al cual se pertenece. Y defino el amor como querer el bien para el otro.
Dista mucho, enormemente, de los principios fanáticos del nacionalismo que tanto daño, odio y ruina han causado y causan. Las doctrinas nacionalistas con su emergente líder mesiánico constituyen un trágico porvenir para el país y su gente. Diversos sucesos históricos nos ilustran al respecto sobre este peligro. De más esta describirlos.
El patriotismo reposa sobre el bien común, contemplando siempre la justicia.
Da al pueblo en su gestación - si así se quiere denominar- lo que le corresponde y necesita, y no despilfarra fuerzas en caprichos ni celos.
Los medios que fomentan el patriotismo son difíciles de enunciar. Pues entiendo al patriotismo como una virtud. Por ende, es algo complejo trazar una respuesta concreta, aunque sí podemos arrimar una aproximación a ella.
El patriotismo, desde la perspectiva fundacional para un pueblo, necesita de un fuerte suceso para allanar su camino de formación. Así las crisis de diversa índole, la guerra -tristemente-, o algún hecho inesperado como las catástrofes que logran cierta unidad nacional son el surco para echar las semillas.
Un buen gobierno, interesado en la protección económica, la educación, la importancia de la historia como elemento de la identidad nacional colectiva, el trabajo digno, el respeto de la Ley para no degenerar en vicio, la propaganda, echan sin duda alguna las semillas para ese lento proceso que es la constitución de los habitantes como pueblo. Quiero resaltar algo, sin educación no hay pueblo.
La desigualdad profunda, la discordia, la ignorancia general, la lucha de clases, la corrupción, la injusticia y la burla de la ley son la cizaña que ahogan todo esfuerzo y cimentan la división. Basta con ver la sociedad actual para encontrar allí sus más claros ejemplos. La doctrina de las trincheras.
Muerte de Mussolini. El fin de los líderes mesiánicos.
En lo concerniente a la segunda pregunta me veo en la insatisfacción de no poder responderla. Bien dije que no creo, ni son buenos los líderes mesiánicos. Al fin y al cabo, se corrompen, busca incansablemente bajo cualquier medio la perpetuación del poder, cometen crímenes, y poniendo siempre su vista sobre sí mismos se olvidan de sus gobernados. Siempre estos personajes terminan destronados de una forma desastrosa.
Y si dijera que la fundación de un pueblo depende de un hombre o gobierno, entonces claramente el pueblo no piensa por si mismo, ni elije por sí mismo más que sus representantes en las elecciones -que no los representan- y resulta un tropel que se tambalea, como ganado cansado en busca de otros campos.
Es muy importante el accionar de un Gobierno para la formación de un pueblo. Casi diría que corresponde al eslabón o pilar fundamental. Razón que argumento sobre la enorme disponibilidad de medios y recursos que otorga el poder y la dirección del Estado. Pero no es el elemento único ni absoluto. A ello se suman una diversidad de actores, sucesos y procesos simultáneos difíciles de enunciar y pronosticar con certeza. Es así que me veo en la insatisfacción de responder únicamente esto, querer extender más la presente reflexión sería caer en un ridículo y un embrollo que sobrepasan mis conocimientos.
En síntesis, diríamos que un pueblo son el conjunto de habitantes del país con un fuerte sentido de pertenecía a él, unidos bajo la Bandera patria -con todo lo que ello significa- y que empuja, al menos en su mayoría, hacia la misma finalidad. Que debe ser el bien general de todos ellos. No el privilegio de algunos sectores y el descuido de otros.

II- De si el Pueblo se equivoca.

Retomando el inicio de nuestro escrito vamos a resolver la siguiente cuestión. De si el pueblo se equivoca, y que es la voluntad del pueblo o voluntad general.
El mayor respaldo que cuenta un gobierno hoy -además de los negocios oscuros que tejen entre empresariado, industriales, sindicatos, mafias, etc.- es el porcentaje que obtienen tras una elección. Este índice da aprobación o no a las políticas hasta el momento aplicadas. Por ende, ya engordados con estos números, los gobernantes con sus séquitos acuden a un manoseo asqueroso acerca de su aprobación y entonces prosiguen con sus andanzas.
Esto que expongo es muy evidente en el gobierno actual. Al ser reelecto el auto denominado "proyecto nacional y popular", se ve a funcionarios haciendo alarde de ello una y otra vez. Por ende hablan del pueblo, de la mayoría y que se yo cuantos disparates mas. Poco después, casi de una forma jamás vista, el Congreso con su mayoría oficialista aprueba con la celeridad de un rayo, ciertas leyes inentendibles y peligrosas. Cuando a lo largo del año apenas se acordaron de sus funciones y que debían ir a trabajar...
Que el lector saque sus conclusiones.
Aquellos que endiosan y le dan un carácter divino al "pueblo" y que éste siempre es recto, no hacen más que mentir, y cuando no engañarse a si mismos. La realidad tira abajo aquella farsa.
¿El pueblo se equivoca?
La respuesta a la pregunta se contestaría por si misma. Habría que preguntarse ¿el hombre se equivoca? Prosigamos. ¿Sin un hombre que medianamente sabe lo que quiere se equivoca en sus decisiones, como no se van a equivocar millones de hombres con intereses y posturas distintas?
Dos veces fue elegido Carlos Menem como Presidente de la Nación. El país, mientras la sociedad se divertía con la convertibilidad y vivía no un presente próspero, si no una fiesta borrachera con sus consecuencias al final, se iba destruyendo con políticas neo liberales  y las privatizaciones.
Hasta el día de hoy se pagan esas consecuencias con el crecimiento de la deuda, millones de hectáreas vendidas a personajes y corporaciones extranjeras, el empobrecimiento del país, escases de trabajo, expansión de asentamientos y villas, etc.
Hoy Carlos Menem representa en la conciencia común de la sociedad un ícono de la corrupción y despilfarro. Sin embargo, dicho bribón hoy ostenta un cargo en el Senado y ha burlado todas las acusaciones legales que se le imputaron. ¿El Pueblo se equivoca?
Una plaza abarrotada de gente, pancartas, y vivas como jamás se ha visto, se auto convocó un 2 de Abril. Semanas después mientras las fuerzas argentinas intentaban resistir valientemente ante el avance del invasor inglés, el pueblo parecía no tomar conciencia del estado de guerra.
Un 14 de Junio, tras la rendición, se vio otra plaza con otras consignas. ¿El Pueblo no se equivoca?
Galtieri saludando en la Plaza
El proceso militar que tanta ingratitud y criminalidad causaron al país, celebraba junto con el "Pueblo" la conquista del primer campeonato mundial de Futbol. Era el año 1978. ¿El pueblo no se equivoca? Atrás quedaron la disconformidad y el fuerte descontento. Pan y circo son siempre buenos analgésicos.
Basta ver las elecciones presidenciales a lo largo de la historia con el fracaso de modelos y gobernantes para responder nuestra pregunta.
El Pueblo se equivoca, y más aún se lo engaña y endulza.
De esta manera evidente, clara e irrefutable se desmorona la idea roussiana de que el Pueblo siempre tiene razón y su interés mira constantemente la utilidad pública. Esta noción no es más que un pintoresco ideal irrealizable del Contrato Social.
Ahora bien prosigamos a nuestra segunda cuestión sobre que es la voluntad general.
Se deduce simplemente que es la suma de voluntades particulares hacia cierto objeto o cuestión. Donde surge el efecto mayoritario, que no siempre es recto y justo. Una vez más el buen Rousseau se equivoca. Dado que es la expresión de un sector mayoritario o el consenso accidental de dos o más de ellos, que teniendo como único principio el propio interés, poco importa aquel sector que fue desplazada al ser minoría. Así las sociedades varían con gobiernos conservadores, socialistas o más radicales. Ver en Europa la dirección de un Estado por manos comunistas es de seguro algo irrealizable y novelesco en los tiempos de hoy. Quizás en unas cuentas décadas sea una realidad. Todo es cuestión de procesos.
La gran máxima de que "el órgano más sensible del hombre es el bolsillo" y a ello se le agrega el fenómeno consumista e individualista de los tiempos de hoy, podemos llegar a una conclusión parcial de que la voluntad general muchas veces se aleja del bien común. Entonces poco importa la inseguridad social, la educación, la industria y el comercio, el campo, la injusticia, la expansión de la pobreza, si no el presente económico que garantice un gobierno que se excusa o ignora las problemáticas citadas y venideras como consecuencia de la imprevisión económica a futuro. Todo es proporcional a que sector  sea mayoritario y las estratagemas políticas para poder persuadir a un electorado o la sociedad en general.
La voluntad general mirará con mayor atención al bien común cuando haya un Pueblo que la exprese. Y no fragmentos de él dispersos por la desigualdad y la confrontación de intereses. Si se piensa en el país por sobre el celoso bienestar individual, quizás el bien común florezca como aquel ideal que tanto exige la justicia y el provenir de la Patria. 
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EL CAÑON o Principios de la Política. 2da Publicación. la Guardia del Sur.

1 comentario:

  1. Exelente desarrollo, aunque carente de resolucion.
    Se entiende el mensaje, la idea y la matriz.
    Muy bueno, en serio.
    Roberto de Constitucion, BsAs.

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